Cambio de sentido

‘The Crown’ en versión española

En España ha arrancado la operación ‘The Crown’ 70 años más tarde que en la pérfida Albión

Un tuitero rebobina –qué me he reído– en la genealogía borbónica para averiguar quién sería nuestra próxima reina de no haberse aplicado nunca la norma que da prioridad en la sucesión al trono al varón frente a la mujer: la heredera –recalcula– sería muy probablemente la hijanieta de Ana Obregón. ¡Tres hurras por el machismo sucesorio! En estos días he contemplado, con enfermiza deformación profesional, la puesta en escena y la construcción informativa de la muy constitucional puesta de largo de la princesa Leonor. Tengo sobradas razones para no ser monárquica (como quizá usted las tenga para serlo, ca uno tiene sus caunás) y muchas menos para ser borbónica, cosa que no me impide observar la construcción de lo que llamamos “realidad”, la articulación del “relato” y los esfuerzos por remontar la malherida percepción pública de la Familia Real. Resumiendo mucho: con Leonor, a la Casa Real le ha tocado una lotería que, si administran bien y no echan los pies por alto, les va a resolver el futuro.

Y es que, quien quiera atacar a la Corona a través de la persona y el personaje de la princesa, es torpe. ¿No ven que parece sacada de un cuento cervantino? Ni encargada a medida. Leonor inmaculada y lustrosa, con su traje-chaqueta como de ir alumbrando detrás de la Virgen un luminoso domingo de mayo, su pachorra –alteza serenísima– y la resignación del santo Job cada vez que la madre le arregla traumáticamente la coleta, nos retrotrae a una mocedad idealizada y vetusta, en portentoso contraste –sin ir más lejos– con su prima Victoria Federica, que resulta a todas luces más cani. Aristócrata, pero tela de cani.

En España ha arrancado con éxito la operación The Crown. 70 años más tarde que en la pérfida Albión, pero guarda asombrosos puntos de semejanza. Esas tazas con la foto de la princesa, los carteles engalanando el paso de la comitiva, las hermanas –Sofía le da cierto aire a Margarita– que saludan, lacias, desde el Rolls-Royce, los programas especiales de una RTVE con repentinos aires de BBC, el discurso medido al dedillo, las palabras redondas, el abuelo en el armario, los premios que prestigian a la Princesa de Asturias como antesala... Le están dando la vuelta al marcador. Los Windsor mudaron el pellejo hasta salvarlo de sus vínculos alemanes e incluso filonazis. Y su flemática majestad detuvo cada gol en propia puerta. Los metasímbolos, incluso en estos tiempos, se labran con efigies y relatos. Permanezcan atentos a sus pantallas.

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