PANORAMA SIN EL SILO

Francisco Peñalosa

Tomás y dos más

19 de agosto 2008 - 01:00

LO más interesante de una corrida es lo que la rodea. El andamiaje que soporta la fiesta nacional. Ciento cincuenta minutos dura el espectáculo en el ruedo, y la polémica taurina en los corros de los bares se extiende a lo largo de todo el año.

Frente a la plaza de toros, dos horas antes de que empiece la corrida, el bar de la esquina se llena de gente. Gente del toro y público variopinto. Aquello es un concierto sin partitura. Una ópera de cuatro peniques con letra y música improvisadas sobre la marcha. Repican las maracas de los hielos en la cubitera, campanillean los vasos, tamborileo de las monedas en el acero de la barra.

Detrás del mostrador, Salvador dirige a un cuarteto foráneo de virtuosos en el dificilísimo arte de atender al público -Tito, Simón, Rabi y Mohamed al Mansour-. Al verles actuar recuerdan a artistas de circo vestidos de blanco y negro. Son acróbatas, volatineros, domadores, danzantes, prestidigitadores y sobre todos psicoanalistas. De pronto una voz desgarrada de cazalla y fallas, se alza sobre la algarabía: "La cornada de Tomás es grave". Pánico entre los reventas. Porque Tomás llena la plaza hasta la bandera. Y lo de afuera también.

Dicen que José Tomás está poseído por el espíritu de Manolete. Ambos han descubierto nuevos terrenos inexplorados, buscando el sitio frente al toro. Pero los "antitomasistas", encabezados por su despechado pariente Vitorino Martín, no perdonan las zapatillas con clavos y lo que entienden como un atropello a la razón. Ya le sucedió a Galileo Galilei con el Santo Oficio. "E puor si muove". Por las tertulias circula una frase condenatoria: "Tomás es un torero de ¡huy!, no de ole". Tienen razón. El toreo de Tomás no es de dulce y pachulí, sino que corta como la navaja barbera del Perro Andaluz. Y los toros le pagan con la misma moneda, acuñada con reflejos de machete cachicuerno. Por su lado los "tomasistas" se señalan las orejas con descuarte en la derecha y rabisaco en la izquierda, a la manera de los Nuñez del Cuvillo, que es el ganado favorito del diestro de Galapagar. Ahora quieren hacer de Tomás un mito en vida ¡Peligro! Acuérdense de Urtain, Mario Conde, el Lute o Julio Iglesias, que han acabado diluidos en el detergente de la vida misma. Manolete cuajó en mito cuando se le paró el reloj del corazón. Tenía treinta años y ya la realidad no pudo desmentir a la mitología.

El calendario gregoriano se rige por el nacimiento de Cristo. En el calendario "manoletino" el origen de coordenadas se sitúa en Linares del 29 de agosto de 1947. Cuando en 1987 se conmemoró el 40 aniversario, Tomás tenía doce años. Esa temporada, en la Feria de otoño de Las Ventas, Rafael de Paula sustituía a Julio Robles, envuelto en los más negros augurios de bronca y almohadillas. El jerezano salió vestido de grana y azabache, chaleco bordado de oro y capote con vueltas azules. Aquella tarde, contra todo pronóstico, -ni él mismo se lo creía, bordó una página del cossío. Los augures también se equivocan, y la Ley de Murphy tiene excepciones.

Mañana, Tomás y dos más -es una ordinariez decirlo- torean en La Malagueta. No hay billetes. Alguien dice: "Mucha expectación, mucha decepción". Pero cuando la ocasión lo merece, los refranes fallan. Que así sea.

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