Vuelve la polémica con la nueva declaración del Estado de Alarma, a pesar de que se reclamaba desde hace semanas para dar cobertura jurídica a las medidas restrictivas que se veían obligados a tomar los gobiernos autonómicos. A diferencia del anterior EA: ni hay mando único ni da amparo jurídico a confinamientos domiciliaros. Su duración, sin que se hayan dado muchas explicaciones al respecto, parece excesiva y queda mermada la capacidad de su control parlamentario. Una merma que, por cierto, solo afecta a lo referido a la aplicación del Estado de Alarma, cuyas medidas concretas las adoptan las CCAA. Como muestra, basta ver las extravagantes decisiones del gobierno madrileño. Cuyo errático comportamiento parece destinado a provocar la inevitabilidad de la vuelta a un mando único, para poder dirigir todas las críticas hacia el gobierno de la nación y así eludir la Sra. Ayuso toda responsabilidad, ¡más madera!

Aunque, como en la primera oleada, lo que más me llama la atención son las críticas al gobierno por coartar las libertades, acusándolo de autoritario e iliberal, pretendiendo ignorar la situación de excepcionalidad que vivimos. Aunque, parece evidente, que quien limita nuestras libertades y nuestra movilidad es el virus y no las medidas de los gobiernos que con, más o menos acierto, buscan protegernos de la rápida expansión de la pandemia. A mi tampoco me gusta la actuación del gobierno en esta crisis, pero me temo que me gustaría aún menos lo que podría hacer una mayoría alternativa como la de la Comunidad de Madrid. Se apela mucho al Estado liberal y de Derecho, pero para una situación de esta naturaleza echo de menos una defensa aún mayor de valores, más republicanos, como las virtudes cívicas. En un reciente artículo el filósofo coreano/alemán Byug-Chul Han, decía que "cuanto más liberal sea una sociedad, tanto más civismo será necesario. La pandemia nos enseña qué es la solidaridad. La sociedad liberal necesita un nosotros fuerte. De lo contrario se desintegraría en una colección de egoístas. Y ahí el virus lo tiene muy fácil". Parece evidente que contra más personas acatemos voluntariamente las medidas higiénicas y de distancia necesarias, menos falta harán las medidas de restricción de libertades, con todo su enorme coste sanitario, social y económico. Como dice Han "La paradoja de la pandemia consiste en que uno acaba teniendo más libertad si se impone voluntariamente restricciones a sí mismo".

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