Francisco Bejarano /

¡Vivan las cadenas!

HABLANDO EN EL DESIERTO

19 de marzo 2012 - 01:00

POR la manera de conmemorar el bicentenario de la Constitución de 1812, parecerá que el pueblo español se echó a la calle con el entusiasmo que suele acompañar los primeros momentos de una revolución, antes de las detenciones y las subidas al cadalso. No hubo tal. Un grupo de liberales afrancesados que no representaban la voluntad de la nación, elaboró y aprobó una constitución que sólo les gustaba a ellos. Y no a todos. Leandro Fernández de Moratín, liberal y afrancesado, se asustó previendo los males que se desatarían al aplicar una ley fundamental redactada por el liberalismo, muy impopular, para una nación sin liberales: "Si esto puede contribuir en algo a la felicidad pública y a los intereses políticos de Europa, me resigno, víctima voluntaria, a cuantas zurribandas me tengan prevenidas". La expresión ¡Viva la Pepa! existía con anterioridad al siglo XIX y se usaba, y se usa, para referirse a momentos de irresponsabilidad que terminan en desbarajuste.

La exaltación popular no existió; ni, como se nos quiere hacer ver, fue el origen glorioso de la izquierda española revolucionaria. Fue el origen de la burguesía y del proletariado urbano, el principio de las dos España y de la charlatanería política: "Ya van a salir del pozo de Demócrito las verdades que hasta aquí estuvieron ocultas, y que han de ilustrar a España desde las columnas de Hércules hasta el Pirineo." El liberalismo de la primera hora liberó, como su nombre indica, a los colonos que labraron tierras en servidumbre, como si fueran en propiedad, durante generaciones. El pueblo desagradecido protestó por una liberación que los dejaba sin tierras y sin medios para alimentar a su familia. Su destino era el proletariado urbano o construirse chozas en las cañadas a la espera de que los nuevos ricos, que se habían quedado con las tierras, los emplearan como braceros. El pueblo no quería ser libre de ese modo y dio vivas a las cadenas. La burguesía rica pensó que los ignorantes no querían ser libres.

En este sentido se puede decir que la Constitución de 1812 fue el origen de la izquierda española. Campesinos empobrecidos y proletariado urbano formaron los parias y la famélica legión para otro tipo de charlatanes. No se habían dejado engañar por la nueva burguesía, que los había 'liberado' de un pasado mejor, y se entregaron a los que los iban a liberar poniéndoles las cadenas vitoreadas. Cambiaron la Edad de Oro por Utopía. Por los cerebros vacíos circularon ventoleras ideológicas hasta el día de hoy, con el curioso resultado de que liberalismo se ha modernizado y el izquierdismo se estancó en su ayer. La nueva burguesía rica y el Sistema son ahora los parias de la tierra y los antisistema de hace dos siglos. Han instaurado lo mismo que decían combatir: "En mi casa haya riqueza y sosiego, y en la calle canten el himno de Riego."

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