NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Lo realmente nuevo de lo ocurrido el pasado lunes no es tanto la consumación de la lejana posibilidad de que pudiera suceder un apagón y dejar sin luz a todo un país, sino la demostración palpable de la fragilidad de nuestras sociedades. Creíamos vivir en sociedades con instituciones sólidas en nuestro imaginario colectivo y todo lo sólido se desvanece, nada es como parecía. Así pasó con la sanidad pública durante cuando fue sometida a la prueba de stress de la pandemia y ahora la crisis de nuestro sistema eléctrico por esos cinco segundos y esos errores en cadena que provocaron el apagón.
A pesar de todo, una de las mejores cosas de todo fue el ‘otro apagon’. Milagrosamente, llegamos a casa, a pesar de que no funcionaban los semáforos y, curiosamente, todos conducimos con prudencia. Durante las horas que duró todo esto, nos olvidamos de las redes y desapareció el ruido y la furia, volvió a ser protagonista la radio –se agotaron las radios y las pilas- para seguir lo que estaba pasando. Los líderes de opinión y los expertos hablaban y opinaban sobre lo que estaba sucediendo. Fue un día de radio mientras estábamos a oscuras, encendíamos las velas en casa o utilizábamos linternas, comíamos lo que podíamos de la despensa familiar y nos acordábamos del kit de supervivencia de la UE y suspirábamos por un pequeño camping gas para preparar la cena.
No había miedo en la calle, la gente aprovechaba lo que había en los bares –mientras duraba la luz del día- y en las casas, los más jóvenes vivían la oscuridad casi como una experiencia nueva. Si vivías en un piso alto, te dabas cuenta de tu dependencia del ascensor. Sentías un poco de envidia de esos barrios que tenían luz pasadas las 4 de la tarde, mientras que tú veías la oscuridad del tuyo cerca de medianoche mientras mirabas la majestuosa silueta iluminada de la Catedral de Málaga y del Castillo de Gibralfaro. Cuando volvió la luz, el agua..., la normalidad, se deshizo, de algún modo, el encantamiento. De inmediato, volvieron la política, las redes sociales, volver al trabajo. De momento, parece que el gobierno intenta buscar una explicación a lo sucedido, mientras que la oposición critica al gobierno y parece derivar las críticas en torno al debate de las energías renovables en nuestro modelo energético.
Cómo decía al principio, el apagón es una muestra de la fragilidad de nuestra sociedad. Es evidente que se trata de un problema complejo y técnico. Sin embargo, y a pesar del otro apagón, es evidente que se han producido una serie de perjuicios personales, sociales, económicos importantes a ciudadanos, empresas e instituciones. Es necesario una explicación convincente de todo esto por parte de los responsables de nuestro sistema eléctrico. No sólo para determinar responsabilidades políticas sino también para evitar debates estériles de política energética y, sobre todo, que sirvan para evitar que se vuelva a repetirse. Y como decía aquel verso de Paul Auster para que no volvamos a sentir esa ‘fragilidad del alba’.
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