El asesinato de Lina

14 de febrero 2025 - 03:07

El asesinato de Lina, ocurrido recientemente en Benalmádena, pone de nuevo sobre la mesa la trágica realidad de la violencia machista en España. Lina, de 44 años, fue presuntamente estrangulada por su expareja, un hombre que nunca había sido denunciado por maltrato. Este crimen, como tantos otros, pone en evidencia las enormes dificultades que existen para identificar y prevenir estas tragedias antes de que sea demasiado tarde. La falta de denuncias previas no debe interpretarse como una ausencia de problemas en la relación; más bien refleja las complejidades que enfrentan las víctimas para romper el silencio, ya sea por miedo, desinformación o falta de confianza en el sistema.

Las cifras más recientes del Ministerio de Igualdad no son menos preocupantes. En 2024 se registraron 47 asesinatos de mujeres por violencia de género en España. De esas víctimas, 24 eran extranjeras y 23 españolas. En cuanto a los agresores, 29 tenían nacionalidad española y 17 eran extranjeros. A pesar de que la población extranjera representa alrededor del 13,4% de la población total, estuvo implicada en el 37% de los asesinatos. Sin embargo, estos números deben analizarse con cuidado y sin caer en generalizaciones que puedan estigmatizar a comunidades enteras. La violencia de género es un fenómeno que trasciende la nacionalidad y tiene raíces profundas en el machismo, la desigualdad y la normalización de relaciones de poder abusivas.

El caso de Lina no solo representa un nombre más en una dolorosa lista. Es un recordatorio de que, como sociedad, todavía no hemos sido capaces de ofrecer soluciones verdaderamente eficaces para proteger a las mujeres en situación de riesgo. Aunque las campañas de concienciación han ayudado a visibilizar el problema, aún existen barreras que impiden a muchas mujeres buscar ayuda o reconocer las señales de peligro. La prevención no puede depender únicamente de las víctimas. Es esencial reforzar los recursos y servicios de atención temprana, además de fomentar una educación que promueva relaciones basadas en el respeto y la igualdad.

Otro punto crucial es garantizar que todas las mujeres tengan acceso a información clara y a servicios de ayuda adaptados a sus necesidades. Muchas víctimas extranjeras, por ejemplo, enfrentan obstáculos adicionales: barreras idiomáticas, desconocimiento de sus derechos, o miedo a sufrir represalias legales. Es urgente trabajar en estrategias inclusivas que tengan en cuenta las particularidades de cada colectivo y contexto.

El asesinato de Lina es, en última instancia, un grito de alarma. Una llamada a no bajar la guardia, a no dejar de trabajar para que ninguna mujer más tenga que pasar por esta situación. La erradicación de la violencia de género es una tarea que exige perseverancia, compromiso y una voluntad decidida de cambio. La sociedad española tiene el deber de no fallarle a Lina y a todas las mujeres que han perdido la vida a causa del machismo.

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