Luces y sombras

Antonio Méndez

De bulas e indulgencias

25 de noviembre 2012 - 01:00

EL alcalde de Málaga puede perder su bula por culpa de un viaje al Vaticano para ver a Juan Pablo II. No la que puede dispensar el Papa sino la gracia que otorgan los ciudadanos a los políticos en los que confían casi a ciegas, como demuestran sus continuos éxitos. Como el pecado o los pecados, a mi juicio, son veniales, es más que probable que Francisco de la Torre sí conserve todavía la indulgencia plenaria de los votantes, pero ha gastado el comodín.

El asunto es que se desplazó varias veces a Roma con su esposa y con cargo a las arcas municipales. También a Valencia con motivo de la estancia del Santo Padre, con alojamiento en hotel de lujo y coche alquilado. Y la imagen de austero estricto que ha vendido como gestor se empaña porque es discutible que el Ayuntamiento deba correr con los gastos de su esposa, porque hubo reincidencia y si entráramos en el fondo, en la visita por el homenaje a unos mártires de la Guerra Civil, también estaría abierto el debate. Aunque esto último es lo que menos se le puede recriminar porque su trabajo en materia de Memoria Histórica también ha sido intachable. De la Torre se equivoca si para defenderse presenta las críticas a él como un ataque a la Iglesia católica. Con esa regla, habría que reprocharle que mezcla la política y sus creencias cuando llena la ciudad de estatuas de santos.

El problema es el doble rasero. No puedes presumir de transparencia y tardar año y medio en contestarle una pregunta a la oposición. Exigir dedicación plena a tu equipo y cuando te conviene compatibilizar el puesto de alcalde y senador. Aducir que el dinero en un cargo público es irrelevante pero percibir un sueldo muy superior al que ingresarías como alcalde gracias a tu nueva condición de parlamentario en la Cámara Alta. No debes poner como ejemplo de que miras que al alquilar un coche en Estados Unidos utilizan como conductor al director de Captación de Inversión Internacional. Porque el problema es para qué demonios necesita una ciudad como Málaga semejante cargo a dedo, que cuesta unas decenas de miles de euros. Por no hablar de los asesores que recupera cuando no les sirven de concejales. Al final, un día se pierde la bula, se agota la indulgencia y ni Roma te libra de la dura penitencia.

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