Desde la madriguera

Ignacio del Valle

38 cables cruzados

En la madriguera he descubierto otra medida del tiempo. Los lapsos que se miden en metros de cable. A través de cordones umbilicales con la tecnología y sus electroshocks. En el baúl de los recuerdos electrodomésticos me he encontrado conectores de artilugios de vídeo con sus clavijas amarillas, blancas, rojas y hasta verdes, rematadas por un jack que tanto se clava en una cámara de vídeo como en un equipo de música pagado a plazos. Encontré 4 euroconectores a la espera de dar vida a las comuniones y vacaciones de cintas de vídeo VHS que duermen enmohecidas para ser rescatadas y revividas en un formato digital compatible con el ahora o nunca. El confinamiento es buen momento para este rescate neotieso.

Están los transformadores negros como escarabajos polvorientos con sus clavijas, voltajes e impedancias pejigueras. El gran enigma de por qué guardo esos cables gordos grises y negros que toman cuerpo a tierra indultados del cachivache que no tenía o quería reparar y del que me divorcié en el Punto Limpio del Guadalhorce.

Cada hilo de cobre me une con una promesa de progreso obsoleta. Los conectores de las primeras computadoras portátiles que aún ronronean con sus diskettes de 5 pulgadas. La infestación enmarañada de cables USB, de los grandes, los chicos , los medianos y los de la raya en medio. Los coloreados cables de red para engancharse al internet en estas horas inalámbricas en los que los datos corren por suspiros azules a todo gege. Me he encontrado un cementerio de 38 cables cruzados y me han dejado un mensaje: mejor que enredarse en discusiones, es hora de echar un cable a quien más lo necesite.

 

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios