Y la campaña dispone

Para el 23J quedan dos meses y si ese tiempo en política es largo plazo, en España es una eternidad

No hace ni una semana que se disolvieron las Cortes y da la impresión de que los principales partidos ya tienen diseñadas las líneas fundamentales de su campaña electoral. Parece que el PSOE va a recurrir a la ‘política-emoción’ para movilizar a su electorado, que debe de andar entre abúlico y apesadumbrado. Es cierto que la épica sentimental, el llamamiento a los principios y a los ideales, la defensa de los valores progresistas son un revulsivo para un sector del electorado que, además de buscar su propio interés a la hora de votar, quiere sentirse parte de un proyecto común. Ese aspecto de carga emotiva con frecuencia ha faltado en campañas excesivamente tecnificadas. Pero el PSOE hará mal si en los días que se avecinan no pone en valor la gestión realizada por este gobierno de progreso. La situación de la economía, la creación de empleo, la subida del salario mínimo, la actualización de las pensiones, la ley de eutanasia, la reforma laboral etc., son el principal patrimonio que atesora el candidato socialista y seria un error no basar en ellos los ejes de su campaña, tratando de mantener y conquistar la confianza de un electorado que la semana pasada parcialmente le dio la espalda.

En el PP, por el contrario, parece que su principal cohetería electoral ya está quemada y que va a ser difícil mantener la tensión política recurriendo otra vez al ataque personal a Pedro Sánchez y a las trilladas acusaciones al PSOE de radical y filoetarra. Estirar este discurso hasta finales de julio parece una tarea compleja y por eso para intentar cosechar los mismos efectos tendrían que duplicar la apuesta y elevar el tono de los ataques y las descalificaciones. De hecho, la frase de Feijóo de “Sánchez o España” es toda una declaración de principios. De ahí a hablar de hombres de bien y de la antiespaña o insinuar la posibilidad de fraude electoral, sin la existencia de un solo indicio —elementos muy queridos por la ultraderecha— no hay más que un paso que mucho me temo que el PP no tiene reparos en dar. Es previsible que, una vez agotado este recurso, el equipo de Feijóo busque otro tipo de discursos e incluso tenga que esbozar alguna propuesta. Pero para el 23 de julio quedan casi dos meses y si ese tiempo en política es largo plazo, en España y en periodo electoral es una eternidad y sin duda surgirán incidentes, acusaciones, problemas y bulos que harán modificar las estrategias. Así que, ya saben, los partidos proponen, pero la campaña dispone.

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