Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
DECÍA un chiste clásico que iba un ladrón con un cerdo en el hombro cuando le paró un policía. "¿Robando de nuevo?", inquiría el agente. "Hombre, no iba a robar un cerdo usado...", le respondía el caco. Con frecuencia me acuerdo del chiste cuando veo el panorama en este país. Lástima que los políticos honrados, que los hay, acaben devorados por este sistema insostenible de corrupción y clientelismo.
No es un asunto exclusivamente económico, es también social, cultural, de valores. No es cuestión de derechas o izquierdas, la mano con la que se trinca es igual de despreciable, es un asunto de ética que no debería entender de ideologías. Pero la ética también se ha corrompido en este país y se hace política con ella. Si se le pone una 'h' delante queda la palabra hética, que señala a la persona que padece tisis. "Muy flaco, casi en los huesos", define la RAE. Así está el asunto en esta España, en la que se esquilman sin pudor los servicios sociales, se piden esfuerzos solidarios a la plebe y se limpian millones de euros en un parpadeo. Pero eso sí, golpes de pecho de españolismo (o de catalanismo) mientras se asegura en Suiza el futuro de sus hijos y se condena el de los demás. Visité hace tres años la Confederación Helvética. Se percibía bienestar y progreso en un entorno incomparablemente bello. Pero mi cuenta bancaria siguió tan raquítica como antes de mi viaje.
En esta coyuntura hay una cuota importante de responsabilidad en nosotros, de usted y mía. Se ha asumido que esto es lo que hay y no se puede cambiar. Pero sí, se puede. Aunque es difícil cuando la justicia también está controlada y condicionada. Pero hay algo por lo que pelear.
Hay otra versión del chiste con el que comenzaba el texto, en la que ladrón le respondía al policía "Ah, pues mira, no me había dado cuenta". Llevaba el hombre un gorrino en el hombro y no se había dado cuenta. Es un chiste, malo, pero lo peliagudo es que, básicamente, es lo que está ocurriendo. Ah, mío no es. Ah, este no es de mi partido, ya se ha ido. Ah, es que no me había dado cuenta de que tenía un ático de 700.000 euros en Marbella. Y así, el chiste se eterniza. Pero no es un chiste.
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