Las dos orillas
José Joaquín León
Sumar tiene una gran culpa
Contra prostitución, expulsión. El Comité Federal del Partido Socialista ha decidido darle una vuelta de tuerca a su código ético, bastante vapuleado por cierto, con los casos de Koldo, Ábalos y Santos Cerdán, y han pasado a considerar que «el sistema prostitucional es una expresión de violencia contra las mujeres», algo «incompatible con los principios de los derechos humanos y la ética democrática, ya que implica tratar a las mujeres como objetos o mercancías y no como sujetos de derechos». Por lo que, según explicaciones dadas por el secretario general, el PSOE y sus órganos federales considerarán como «una falta muy grave» los casos que impliquen «solicitar, aceptar u obtener un acto sexual de una persona a cambio de una remuneración». En consecuencia, estos hechos tendrán «la máxima sanción, que es la expulsión del partido».
Permítanme que me carcajee. Porque les aseguro que en poco tiempo más de la mitad de los militantes serán expulsados. Independientemente de las formas deplorables, repugnantes e inaceptables, según las grabaciones que se han dado a conocer, con las que estos tres individuos han venido tratando a las mujeres con las que se han relacionado, éstas, prostitutas o no, han estado ligadas a ellos por plena voluntad, sin que ninguna haya denunciado maltratos o sexo forzado.
El Comité Federal no sabe dónde poner el foco para arreglar el desaguisado, ya que todo está podrido. Veamos, el problema no está en que los socialistas militantes se vayan de putas. Lo que no puede ser es que se las paguemos entre todos los españoles. Si el problema del feminismo socialista es solucionar la prostitución en España, que lo haga proponiendo leyes en el Parlamento. Por cierto, en España, la prostitución no es ilegal, vender servicios sexuales por cuenta propia no está prohibido, aunque no exista un marco legal que reconozca a las prostitutas como trabajadoras autónomas ni asalariadas. Por tanto, si un militante del PSOE se va de putas, no comete ningún delito, por lo que no tiene sentido su expulsión.
Lo que tengo por cierto es que, si un día la prostitución llegase a tener un marco legal, el Ábalos de turno las contrataría a todas en el Ministerio de Obras Públicas.
También te puede interesar
Las dos orillas
José Joaquín León
Sumar tiene una gran culpa
Manual de disidencia
Ignacio Martínez
Moreno no sabe contar
Postdata
Rafael Padilla
Las verdades de Gates
Crónicas levantiscas
Feijóo y otros mártires del compás