El daño ya está hecho

Ahora tendremos que sufrir, durante años, el goteo de rebajas penitenciarias y salidas a la calle

Basta pasear por los carnavales de la ciudad de Cádiz para sentir, es sus más tristes coplillas, el terror provocado por la salida exprés de tantos delincuentes sexuales. Al escucharlos entre lágrimas se siente el grito de ese pueblo, al que los gobiernos se comprometieron a defender, y que hoy se encuentra desamparado. A pesar de todo ello algunos siguen negándose a ver la evidencia y han sostenido contra viento y marea una ley que sí, y sólo sí, puede deparar un sinfín de tragedias.

Ya no servían las excusas de la manada ante la excarcelación sucesiva de tantos depredadores. Era evidente para los gobernantes, con algún leve conocimiento matemático que, aunque existiese una baja probabilidad de reincidencia, el incremento de delincuentes en la calle nos llevaba a una situación crítica. Por tanto, el peor de los desenlaces, aunque sea imprevisible, es cada vez más probable. Y todo ello bajo los efectos de atemorizar nuevamente al entorno donde se reintegran estos excarcelados y las posibles violaciones o muertes que puedan traer consigo. La oposición en bloque ha tenido que parar este desastre. Pero cuando esto ocurre lo mínimo que se puede hacer es agradecerles su apoyo y comparecer en el Congreso para mostrar el voto unánime del sentido común. No hay ningún otro compromiso, por muy importante que sea, que justifique la inasistencia ante el hecho histórico de tener que frenar una ley maquiavélica que ha traído y traerá tantos desagradables momentos. Aunque sólo fuese para pedir perdón a las víctimas, y frenar las ansias represoras de algunos ministros, es necesario que se visualice esa defensa del bien común por encima de toda ideología totalitaria.

Ahora tendremos que sufrir, durante años, el goteo incesante de rebajas penitenciarias y salidas a la calle. Y esto provocará la necesaria protección de las víctimas por parte de sus familiares y amigos y un sinfín de calamidades que sólo conocen aquellos que tienen que revivir nuevamente ese terror tan íntimo. Probablemente nunca una ley fue tan injusta y la incapacidad de rectificación tan extrema, pero está claro que hay personas que la política les viene demasiado grande. Porque la tozudez de crear leyes innecesarias lleva a estos resultados y, como bien decía Antonio Machado, "En política sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela".

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