Baloncesto Rivales posibles del Unicaja en los cuartos de final la BCL

El prisma

Javier / Gómez

¿Y por qué demonios no?

POR qué lo que aquí se descarta de antemano por imposible, por caro, porque se necesita el acuerdo entre administraciones, es habitual en otras ciudades? ¿Por qué lo que en Málaga es frecuente y parte del paisaje sería inadmisible en cualquier otro lugar? El proyecto para enterrar los coches bajo el paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso aprovechando que hay que llevar el Metro hasta El Palo no es increíble. Lo inverosímil es la situación actual de esa zona, privilegiada por la naturaleza y que la ciudad se ha empeñado en maltratar. Primero talando su bosque mediterráneo, del que se conserva a duras penas el Morlaco. Luego convirtiendo la fachada marítima de la zona este en una gran autovía. Ninguna otra urbe del mundo que aspire a llamarse gran ciudad -de momento sólo llegamos a ciudad grande-, se permitiría el lujo de desperdiciar un tesoro así. Es como construir una casa en primera línea de playa y destinar la parte que da al mar a aparcamientos.

Pasear, ya sea andando o en bicicleta, desde la Farola hasta el tranvía de los Baños del Carmen, es maravilloso. Pero lo sería mucho más si uno no tuviera la sensación de que se está jugando la vida, si no hubiera que hablar a gritos para hacerse oír por encima de coches y motos durante el ensordecedor paseo, si no sufriera la intranquilidad de saber que en cualquier momento puede haber un accidente de tráfico, que los niños pueden correr a la carretera. Qué paradoja. El paseo marítimo, una de las zonas más caras de la ciudad, es de una calidad urbanística francamente baratera. Si hace veinte años Barcelona se transformaba con su ronda litoral subterránea, ¿por qué no se puede hacer aquí? Hasta ahora porque nuestros dirigentes, principalmente el alcalde aunque con la complicidad de los responsables de la Junta, no han tenido la altura de miras que merece, que necesita, esta ciudad. Basta hacer un repaso de sus promesas de los últimos años y comprobar qué ha ocurrido con ellas. Nada. Pero sería injusto responsabilizar de todo a los políticos, cuando en realidad la culpa es de los ciudadanos , de nuestra falta de ambición, de nuestro conformismo.

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