El desenfoque

Raquel / Garrido

encefalograma plano

02 de octubre 2013 - 01:00

YA no se consume cultura. Hemos llegado a un punto en el que esos hábitos tan saludables que antes practicábamos con cierta asiduidad, como comprar un libro, un cd o una entrada de teatro, se han convertido en algo cada vez más residual. Es cierto que la crisis está haciendo mella en todos los bolsillos y que hay que establecer prioridades a la hora de consumir dado que por lo general las economías domésticas no pasan por su mejor momento. Pero lo triste es que las administraciones también hayan metido sin reparos la tijera en materia cultural y que cada vez cueste más encontrar una buena y variada oferta cultural. Casi es inexistente ya en muchos casos. Yo, por el contrario, considero que es en tiempos de crisis cuando más que nunca debemos empaparnos de la cultura y no perderla de vista como referente. Quizás a corto plazo las consecuencias de la decisión de dejarnos sin acceso a la cultura no se note demasiado. A la larga, en cambio, terminarán por convertirnos en seres con encefalogramas planos con la única referencia cultural que nos marcan los vomitivos programas que algunas cadenas televisivas se empeñan en colarnos día tras día en nuestras casas. Seudofamosos que no tienen ningún reparo en inventarse cualquier amorío para salir en pantalla, otros que recrean dramas propios una y otra vez para dar pena y asegurarse un sillón en el programa de más tirón televisivo bajo cheque, y otros que están dispuestos a todo por participar en un reality que luego les garantice un hueco para seguir vendiendo sus miserias a la opinión pública. Esa es, por desgracia, la cultura que más vende en este país y no entiendo como no nos echamos las manos a la cabeza ante semejante panorama. La cultura y la televisión parece que han dejado de ser definitivamente compatibles. En algunas cadenas de televisión, sus programas y presentadores lo dejan claro a diario sin escrúpulos. En otras, en cambio, no lo hacen tan abiertamente, aunque el contagio amarillista es cada vez más evidente. Si no que se lo digan a los que se dedican a exprimir las desgracias ajenas con la solidaridad como estandarte, cuando lo único que pretenden en realidad es ganar audiencia. Parece que la cultura ya no vende y por no vender ya no venden ni los pintores, escultores, artesanos... La crisis no solo está haciendo daño en lo económico. Nos está llevando a perder nuestra inquietud cultural. Un verdadero desastre, aunque quizás hay a quienes les interese que sea así.

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