Cambio de sentido
Carmen Camacho
Zona de alcanfort
ESTA distinción únicamente consiste en elegir a cuatro o cinco personas que a lo largo de este año, entendemos que con su trabajo y su afán de superación, han conseguido hacernos un poco mejores al resto. Con ellas y con su ejemplo, hemos brindado por la Málaga de 2016 y su foto es hoy la portada de este último día de 2015. Ése es el espíritu que persiguen los Malagueños de Hoy desde su primera a esta su décimo primera edición.
Unos premios que no miran territorios ni nacionalidades. Porque se puede defender Málaga con la misma fuerza aunque se haya nacido en Sao Paulo o en Buenos Aires. Sus protagonistas pueden llamarse María o apellidarse Boscovich. En este periodo en el que algunos se empeñan en encerrarse en absurdos nacionalismos y localismos, esta provincia hace mucho tiempo que rompió cualquier frontera, porque su cultura mediterránea y cosmopolita es la que realmente la hace distinta y grande a la vez.
Con los Malagueños de Hoy nos hemos propuesto defender los valores de siempre, porque así es imposible equivocarnos. Y hemos elegido a personas que los representan y que son de su tiempo. Todas jóvenes, la mayor de ellas tiene 35 años, lo que demuestra que es una falacia hablar de generaciones perdidas. Emprendedores, luchadores, arriesgados, incapaces de desfallecer, la mayoría originales y algunos claramente excepcionales. Y, por supuesto, con talento.
Pero también queremos reivindicar desde aquí a sus enseñantes, a los profesores, a los formadores, a los orientadores; desde la escuela a la universidad o los centros de formación de cualquier tipo. A todas aquellas personas que en su día fueron determinantes para que sus pupilos lograran el éxito. Los docentes son, en la mayoría de las ocasiones, personas clave para que la sociedad genere de una forma natural los relevos que aportan el impulso que cada época demanda. Y no se valoran lo suficiente.
Ha sido éste un año extraño. Cargado de elecciones y en el que la política ha tomado un inusitado protagonismo. Este 2015 ha permitido superar registros en materia turística, pero los récords no acompañan con el fuerte desempleo que aún se padece, con una crisis que no se sabe si se ha ido o se le espera que se asome de nuevo. Además, parece un contrasentido pero estos doce meses han sido de incertidumbre para uno de los baluartes gastronómicos en esta provincia, como son sus escuelas de hostelería. Por eso nuestro reconocimiento a Diego Gallegos, un producto más de la factoría de La Cónsula y en un momento tan difícil como el que vive este centro formativo también supone una reivindicación en toda regla.
Para entender de caviar primero hay que saber cocinar una buena sardina. Con ese pescado, Gallegos ganó en Andalucía el primer concurso de cocina al que se presentó, patrocinado por la firma Coca-Cola. Aunque luego también se alzó con el premio en otra competición en el que el ingrediente era el chivo malagueño. Llegó a Andalucía desde su Brasil natal en 2004. Dejó su carrera de Derecho en Madrid, tenía 19 años y perseguía un sueño. Los años de 2006 a 2008 le marcaron definitivamente, porque la citada escuela de hostelería entró en su vida, o como él ha dicho, "le abrió su mente".
Dicen sus profesores que tenía algo distinto, aunque nunca mostró "la caja" en la que siempre aseguraba que tenía guardadas sus ideas para cuando eran necesarias. Aprendió de cocineros importantes como Berasategui, Andoni Luis Aduriz y Dani García, que como él pasó por esa escuela de hostelería. En el mundo gastronómico todos le conocen como el chef del caviar porque es un apasionado del esturión. Su mano también se dejó ver en el I+D de la empresa granadina Caviar de Riofrío, que cría en plan ecológico y comercializa en distintos formatos el esturión del Guadalquivir. En febrero de este año fue elegido Chef Revelación 2015 en el congreso gastronómico Madrid Fusión por su investigación con los peces de río.
Y el colofón final se produjo tan sólo hace unos días en Santiago de Compostela con ocasión de la guía Michelín para España y Portugal de 2016. Allí obtuvo su ansiado entorchado para su restaurante Sollo en la Reserva del Higuerón, en un certamen en el que Málaga terminó con ocho estrellas para su constelación.
Quiere trabajar con la Universidad de Málaga en las algas de río. Pero sobre todo es el estandarte de una cocina original, ahora que incluso cada vez es más difícil innovar, en un mundo en el que todos nos sentimos expertos al sentarnos en una mesa para comer.
María Salas es periodista, pero ya no ejerce, al menos en la forma tradicional. El paso por un medio digital, donde tuvo que hacer de todo, le previno contra los males de este oficio que si te descuidas, te puede consumir la vida. Luego insistió en una revista para vender publicitariamente centros de peluquería. Y decidió pasar un año en Inglaterra. Oficialmente ha dejado el periodismo, pero sabe aprovechar todos sus conocimientos como comunicadora.
Pasó por una empresa de microcréditos y finalmente desembarcó en Almeida Viajes, una firma que revolucionó en su momento el sector. Ella fue la gerente y lo de viajar se ha quedado más como una obligación que como un placer, aunque le encanta, porque ha decidido abrir el mundo a sus negocios.
Hace dos años, cuando tenía 33, le surgió una idea al analizar el sector de la comercialización de las telecomunicaciones, en un escenario en el que, en los últimos tiempos, se están produciendo muchos cambios con la mayor implantación de las Operadoras Móviles Virtuales y con el modelo cada vez más caduco de tiendas de un solo operador.
Así que, con la ayuda de un equipo multidisciplinar, nació holaMOBI, una red de tiendas de telefonía global que en apenas dos años se ha convertido en una cadena de referencia en el sector en España con una centenar de establecimientos. Ha logrado innovar con un concepto de tienda multioperador y multiservicio, que cuenta con más de 10 líneas de negocio y con acuerdos con más de 15 operadores de telefonía, especializados en telefonía de bajo coste, donde destacan los Operadores Móviles Virtuales y los smartphones libres.
No es de extrañar que haya alcanzado el éxito porque su filosofía se basa en que los clientes ahorren en sus facturas de teléfono e internet y en que no estén atados a las permanencias.
En 2014 y en 2015 holaMOBI también ha sido galardonada por el Club de Marketing de Málaga en sus premios anuales, en las categorías de Mejor Acción de Distribución y en Responsabilidad Social Corporativa. En noviembre de 2015 la empresa fue finalista a nivel nacional de la II Edición de los Premios Cepyme 2015 en la categoría de Proyecto Emprendedor.
La empresa no pertenece ni está participada por ninguna operadora ni compañía telefónica y ha apostado por el modelo de franquicia para agilizar su proceso de expansión e implantación nacional en un sector en pleno auge. Además de potenciar y fomentar el autoempleo ya que la inversión necesaria no es muy elevada.
En la cadena trabajan 240 personas y el equipo humano de la central de holaMOBI está compuesto por 14 empleados directos y por 12 indirectos, con una media de edad de 30 años, de los cuales el 75% son mujer. En una familia de docentes, María Salas nació emprendedora.
Damián Quintero cambió a los cinco años Río de la Plata en Buenos Aires por la Carihuela, El Bajondillo y Playamar . Y no parece que le haya ido mal la operación. Sus padres decidieron iniciar una nueva vida en Torremolinos. Una localidad a la que siempre vuelve desde que a los 18 años, por motivos profesionales decidiera trasladarse a Madrid. A los seis años se subió a su primer tatami porque cerca de su colegio había un gimnasio y decidió hacer algo distinto y de allí ya no hay quien le baje. Ni los rivales ni su trabajo como ingeniero aeronáutico. Porque el deporte y el kárate son su vida o una filosofía de vida para ser más exactos.
Así que en este tiempo y a sus 31 años ha decidido acumular medallas individuales y colectivas y reconocimientos como la Medalla de bronce de la Real Orden del Mérito Deportivo y la Medalla al Mérito Deportivo del Comité Olímpico español. Ya era campeón del mundo y de Europa, pero además este año decidió hacer historia y se proclamó campeón de la Liga Mundial de Kárate, que reúne a los mejores deportistas de la especialidad. Por primera vez un español terminaba en primera posición.
Pero no todo fue fácil en su trayectoria. Tras cosechar éxitos en las categorías inferiores, con 19 años era una figura mundial entre los competidores de su edad, pero pasó por una travesía del desierto que le duró siete años y en la que se vio superado por rivales y por su propia desilusión. Perdió la confianza en sus posibilidades e incluso pensó en retirarse. Una persona siempre estuvo, como hoy , al lado de Damián Quintero. Su entrenador Miguel Ángel López Castellano. Pero en 2011 renació y comenzó a llenar sus vitrinas de premios.
"Con sacrificio lo puedes conseguir todo", aseguraba en una reciente entrevista. El kárate no es olímpico ni profesional, así que las becas no dan demasiado margen para alegrías económicas. Sueña con una fecha, Tokio 2020 y esas Olimpiadas, para ver si reconocen su deporte, aunque sabe que será muy complicado. De momento no le faltarán japoneses, pero como rivales. Hay un gesto en cada competición que marca su forma de afrontar los desafíos. Se aprieta el cinturón y como los caballos, arrastra dos veces los pies hacia atrás para salir con fuerza hacia adelante. Es la fórmula que Damián Quintero utiliza para tomar impulso y hasta ahora no le ha ido nada mal.
Lo mejor que se puede hacer al relatar la historia de Belén Higueras es huir de adjetivos y frases grandilocuentes. Tenía 19 años cuando un fallo en el diagnóstico por un quiste benigno en la médula ósea la dejó paralizada del cuello para abajo. Entonces estudiaba un módulo de realización audiovisual. Pasó un año en el Hospital de Tetrapléjicos de Toledo para resetearse al completo: desde aprender a tragar saliva a hablar. Y, sobre todo, decidió que su hermana de nueve años no podía criarse junto a una vida destrozada. Así que se matriculó en Periodismo: "Cuando empecé en la facultad parecía que tenía luces de colores, todo el mundo me miraba", nos contó.
Inició una lucha judicial para demostrar que su caso se debió a un error médico; se vio en la calle y desahuciada de su casa con sus padres cuando, al principio, los reveses de la justicia no le ayudaron precisamente.
Pero en mayo pasado se escribió el último capítulo y acabó bien. El Supremo le dio la razón en su litigio y le concedió una pensión mensual de 5.000 euros de por vida que le asegura su independencia. Una resolución judicial que abre el camino a otros lesionados como ella. Mientras tanto, continuó y acabó sus estudios de Periodismo. También fundó la Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados de Málaga, Aspaim, y tampoco se conformó con la sede inicial que le cedieron y que era muy poco accesible para los usuarios.
Ha participado en el programa radiofónico la Ola de Onda Color donde se aborda la problemática de la discapacidad, colabora con la Dirección General de Tráfico en las campañas de sensibilización en favor de una conducción responsable y con el Hospital Clínico le sirve de apoyo a los nuevos lesionados medulares. Porque ella nunca ha olvidado ni los nombres de las enfermeras que aquellos meses en Toledo la peinaban. Pero, aparte, es una mujer vehemente y con sólidas reivindicaciones. Así que si te acercas demasiado a ella corre el riesgo de que te embarque en la historia más insólita. Porque necesitaríamos mucho tiempo para relatar todos los proyectos que pasan por su cabeza y que está dispuesta a ejecutar. Sólo necesita sus labios y su ordenador.
"Me da mucho coraje, soy una persona activa y el cuerpo no me sigue, nos decía en un reportaje en septiembre pasado. Este año el Instituto Nacional de la Juventud le ha concedido por su labor, un premio que recogerá la próxima primavera. "Quiero luchar por allanar el camino a los que vienen detrás y evitar los obstáculos que yo he superado" se ha propuesto. "No debe ser algo excepcional que un discapacitado estudie, salga a tomar una copa o vaya al cine", reivindica esta joven de 29 años. Lo que está claro es que siempre hay personas excepcionales sean discapacitadas o no y hemos tenido la suerte de descubrir a una de ellas.
Que Málaga sea capaz de exportar talento en lo que a música se refiere puede resultar novedoso a algunos, especialmente si hablamos de música sinfónica. Pero lo cierto es que este talento es un hecho incontestable en esta provincia. Arturo Díez Boscovich es un joven compositor y director de orquesta malagueño que terminó el 2014 recibiendo en el Teatro Cervantes el Premio a la Mejor Labor Musical del año. Con este reconocimiento remataba un año decisivo en su trayectoria, marcado por el éxito en su trabajo como director musical de la producción de Los miserables, una tarea que le valió la nominación en su categoría en los Broadway World Awards y que le llevó a recorrer prácticamente todos los teatros de España, rendidos ante la firmeza de su batuta en uno de los mejores musicales de la historia.
En este año ha sido habitual su presencia como director invitado ante numerosas orquestas españolas y en distintos festivales es ya habitual. Arturo Díez Boscovich es la personificación idónea del director de orquesta del siglo XXI: un músico versátil, que a la hora de buscar la calidad no distingue entre lo clásico y lo popular y que cuando se pone ante el atril es capaz de meterse al público en el bolsillo lo mismo con una sinfonía de Mahler que con una banda sonora de Danny Elfman o con una ópera.
El cine es una pasión fundamental para Arturo: en su particular parnaso conviven sin problemas Mozart y John Williams. Sus composiciones para cine y televisión, en las que cuenta con la complicidad habitual de la Orquesta Filarmónica de Málaga, que en 2016 cumplirá sus primeros 25 años de vida, se alimentan de lo uno y de lo otro. Así lo ha demostrado, por ejemplo, con la música que escribió para la serie Rabia, emitida en Cuatro.
Pero, si de cine se trata, Arturo recibió en el marco del pasado Festival de Cine Español un encargo más que especial: la composición de la banda sonora de Málaga, en la que integró sonidos naturales de la ciudad, sus playas, sus mercados y sus plazas, al aire de una malagueña mecida por las olas. Tampoco han dejado de lloverle reconocimientos: uno de los últimos, de especial trascendencia, fue el premio a la mejor banda sonora del Festival de Cine Independiente de Brasil por su composición para el cortometraje Desolado, que ya había sido reconocida en otros certámenes internacionales. Arturo despierta la admiración en públicos cada vez más amplios a base de trabajo, esfuerzo y dedicación; y supone un orgullo decir que es uno de los nuestros. Por último, deseamos verle crecer como músico, director y compositor, sin más límites que los de su talento.
A Arturo Díez Boscovich, a Belén Higueras, a Damián Quintero, a María Salas y a Diego Gallegos, gracias por hacernos mejores.
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