Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Vive Calila
HACE aproximadamente la friolera (ante esta palabra tirito) de cerca de cuarenta años, conocí a un ser excepcionalmente brillante. El hecho acaeció en la ciudad de Salzburgo en Austria donde hicimos un viaje en un flamante citroen dos caballos (metáfora del minimalismo de la mecánica) que mi amigo había adquirido, fruto de un suculento premio del diseño de una silla que le valió la suma de cien mil pesetas de aquella época. Todo ello lo invirtió en el coche que nos llevó de Salzburgo a la ciudad de Bayreuth, cita obligada en agosto de los festivales de música wagnerianos. Había reservado una mesa en uno de los tres restaurantes que existen y, como es lógico, lo hizo en el más lujoso. La memoria olfativa me traslada al menú: Una crema vichyssoise, salmón a la plancha, un postre especial de la casa, regado todo ello con vino de Mosela. Lo coronaba un habano montecristo y un coñac Napoleón en copa de balón.
Unos meses atrás me llamó por teléfono diciendome que venía de París, de dar unas conferencias sobre macroeconomía, nanobiología y politología, siendo esta persona catedrático emérito por Harvard en cuestiones complejas. Me habló de las excentricidades de los multimillonarios: "Imagínate, conocí a uno que pagó una suma astronómica por cenar en un restaurante de lujo en la Michigan Ave. de Chicago con Richard Gere. El problema fue, que como no sabía inglés, se tuvo que llevar a la cena a una intérprete filipina, muy joven y atractiva. Después de pagar la cena se largó con el actor de cine y el se quedó a dos velas, por soplagaitas". Me puso mas ejemplos utópicos: "Imagínate que puedes ir a cenar con Einstein, y nada más sentarte en la mesa, cuando estas en el primer plato, te escribe en la servilleta E=mc2 y te tienes que pasar la cena hablando de física cuántica. Si pudieses cenar con Beethoven y nada más empezar estuviese todo el tiempo tarareando la Quinta Sinfonía. Con Wagner y se pusiese a tararear la Walkiria y si coincidieses en la mesa de al lado con Woody Allen, saldría corriendo creyendo que están invadiendo Polonia".
Acto seguido me comentó que había visitado a la politóloga Susan George, extrapolando la macroeconomía al siguiente ejemplo elemental: un euro igual a un segundo, de forma que los 15.000 millones de euros que pretende ahorrar Zapatero serían 475 años y el fondo de 750.000 millones de euros de la UE y el FMI para salvar países en apuros serían ¡casi 24.000 años!. Insiste la politóloga: "Tras la crisis de Lehman Brothers había nueve millones de personas que juntas tenían más de un millón de años, el equivalente al guarismo 382 seguido de catorce ceros de dólares para invertir, es decir, al cash, no en propiedades, yates, cuadros". Me vino a la mente la semejanza casera de mi abuela, que era de un pueblo de Logroño, "un huevo pasado por agua equivale a un credo en latín". ¿Cuántos credos en latín tendríamos que rezar para salir de la crisis?
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