Una herencia de infraestructuras

El urbanismo funcional, segregador de los usos del suelo en diferentes zonas de ciudad, fue superado

EN la ciudad que se propone como sede de la próxima Exposición Internacional al mismo tiempo que su parque tecnológico aspira a tener 50.000 trabajadores, la ciudad de los 15 minutos no deja de ser una utopía. La ciudad de los 15 minutos es aquella en los ciudadanos cubren sus funciones esenciales en un entorno accesible a pie en ese tiempo. Una utopía urbana de 1.500 metros de radio como tantas otras a las que debemos el progreso de nuestras urbes. Según este modelo, el ciudadano encuentra respuestas a sus necesidades dentro de ese perímetro por el que se desplaza a través de vías verdes y accesibles sin necesidad de vehículo. Lo que es un objetivo loable que mejora nuestro entorno, pero superado cuando el trabajo está más lejos. Ya sea por la propia naturaleza de la actividad productiva o porque decisiones políticas y urbanísticas han separado las áreas productivas de las residenciales. En esos casos, el modelo tiene que complementarse con una ordenación metropolitana en el que transporte no es el paseo peatonal, pero tampoco debe ser el vehículo privado.

A pesar de que el urbanismo funcional, segregador de los usos del suelo en diferentes zonas de ciudad, fue superado después de los años 60 del pasado siglo, Málaga, igual que otras ciudades, no ha dejado de establecer estas separaciones. El centro, que el plan del 83 intentaba preservar del monopolio administrativo, ha acabado siendo un parque turístico en el que la población que trabaja cada vez llega desde más lejos. El suelo industrial se concentra entre el Guadalhorce y la autovía. Vía que también absorbe a las mismas horas la demanda generada por la Universidad. Con el tráfico que ya suma el PTA antes de llegar a los 50.000 trabajadores (lo que supondría 1 de cada 5 malagueños activos), las posibilidades de una vía de dos carriles por sentido se antojan insuficientes y reclaman nuevas alternativas de transporte público.

El desarrollo del edificio circular que nos han presentado para la Expo puede ser más o menos atractivo. Del mismo modo que el contenido expositivo que albergue. Pero si hay un aspecto que realmente definirá la sostenibilidad de la exposición, y la herencia que nos deje, ese será la forma en que aborde el transporte de los miles de visitantes que se alojarán en la ciudad y se desplazaran a su periferia. Justo de lo que hasta ahora no hemos hablado y debe constituir su herencia en infraestructuras.

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