Ser humanista hoy

28 de noviembre 2025 - 03:07

En Málaga, como en media España, seguimos atrapados en un debate que ya cansa: la pelea estéril entre quienes se empeñan en dividirlo todo entre feminismo y machismo, como si la realidad humana cupiera en dos etiquetas con las que unos y otros se lanzan consignas. Esta confrontación permanente no solo es absurda, sino profundamente improductiva. Y mientras los bandos se gritan, los problemas de fondo —los reales, los que afectan a la vida cotidiana en los barrios, en las familias y en nuestras calles— siguen sin resolverse.

La clave está en recuperar algo que parece haberse perdido: una mirada humanista. Una visión que sitúe en el centro a la persona, con independencia de su género, orientación, procedencia, edad o nivel socioeconómico. Porque la discriminación no se agota en la cuestión de género; adopta muchas formas y se manifiesta donde menos la esperan quienes presumen de combatirla. Clasismo, prejuicios educativos, rechazo cultural o religioso… todo eso sigue ahí, aunque algunos prefieran ignorarlo para no salirse del guion ideológico que les da rédito. Y es ahí donde se exhibe la incoherencia. Basta ver cómo se reacciona ante determinadas agresiones o delitos: cuando el responsable encaja en el perfil “conveniente”, se alza la voz con estridencia; cuando no, se pasa de puntillas, no vaya a romperse el relato. Málaga ha vivido episodios donde la indignación social parecía depender más de la nacionalidad del agresor que de la dignidad de la víctima, algo especialmente doloroso en una tierra donde la convivencia debería ser sagrada. Una sociedad verdaderamente humanista jamás aceptaría una doble vara de medir. La rivalidad forzada entre hombres y mujeres —como si fueran facciones enemigas— es tan absurda como imaginar que la mano izquierda y la derecha entren en combate. Todos compartimos la misma condición humana, los mismos derechos, las mismas obligaciones y el mismo derecho a vivir sin miedo ni manipulación. Y, desde ahí, cada persona construirá su camino sin necesidad de banderas que le impongan qué pensar o a quién señalar. Ser humanista hoy es reconocer que la defensa del ser humano no admite excepciones ni silencios selectivos. Que la justicia y la igualdad no pueden depender de la ideología del día. Y que, si queremos una Málaga más libre, más segura y más justa, hace falta menos ruido partidista y más compromiso real con las personas, todas, sin discriminaciones oportunistas ni relatos fabricados.

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