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El Ayuntamiento de Málaga ha descubierto que aquí se fuma. O lo que es lo mismo, que el centro de la ciudad ha alcanzado “niveles de saturación turística sin precedentes”. Nunca es tarde si la dicha es buena cuando ya nadie se acuerda desde cuándo muchas voces lo llevan clamando en un desierto que no es precisamente el de su centro. Y puestos a enterarse de cómo está el patio, el pliego de contratación del plan de comunicación de rutas alternativas al centro que ha sacado a concurso el ayuntamiento reconoce que esta saturación “afecta negativamente a los residentes” de dicho barrio. A los que quedan, querrá decir, porque desde que el centro comenzó a convertirse en un parque temático, la población residente ha disminuido drásticamente. Así, el pliego reconoce que se ha superado la capacidad de carga del barrio, lo que conduce a la congestión y el uso excesivo de los espacios públicos. Pero como lo que se trata es de buscas “rutas alternativas” y no limitar la invasión de esos espacios públicos en los que innumerable cantidad de veces se ha denunciado que una ambulancia no puede pasar por estar ocupados por mesas de la hostelería, todo hace pensar que lo que terminaremos haciendo es extender el problema en mancha de aceite. Algo similar a lo que puede ocurrir con las viviendas turísticas que ya empiezan a colonizar nuevas áreas de la ciudad. Pero lo bueno, si es que algo tiene de bueno la noticia de esta contratación, es que el ayuntamiento se ha dado cuenta de la “expulsión de los negocios autóctonos” cuando ya no queda prácticamente uno y la proliferación de establecimientos gastronómicos de baja calidad. ¿De verdad hemos tenido que llegar hasta aquí para darnos cuenta del parque de atracciones de bajo coste que estábamos montando?
La solución, según parece, es redirigir el flujo turístico hacia zonas meno “subvaloradas y subutilizadas”. Sacar a los turistas del centro. Lo que podría ser una solución si, al mismo tiempo, se implantasen medidas para evitar que le fenómeno se desarrolle en esas zonas. Lo contrario no es resolver el problema, es extenderlo, como ya está ocurriendo en las zonas limítrofes y en toda la franja costera de la ciudad, que no han necesitado de ningún plan para verse colonizadas por los pisos turísticos que ya no caben en el centro. Si el ideólogo de este plan no lo cree, solo tiene que darse una vuelta por “Palomolinos”.
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