
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Saber irse
Crónica personal
Decir que José Enrique Serrano fue jefe de gabinete de Felipe González es quedarse muy corto. Fue mucho más. Fue jefe de Gabinete de González, y también de Zapatero por consejo de Felipe, ya que ZP ignoraba el funcionamiento de la Administración del Estado cuando llegó a Moncloa. También quiso contar con él Pedro Sánchez, pero duró poco. José Enrique no tenía nada que ver con los modos y principios del presidente y de su equipo. Se fue a casa, necesitado de cuidarse porque el pulmón ya le daba disgustos.
Su calidad humana era excepcional, y su lealtad a España una prioridad por encima de cualquier otra circunstancia. Socialista, socialdemócrata, nunca se podrá decir que se dejó llevar por su ideología. Los presidentes y altos cargos del PP se refieren a José Enrique con respeto máximo pero también con afecto. Los protagonistas de la mejor historia de España, empezando por el Rey Juan Carlos y después el Rey Felipe, más los líderes de los partidos que han participado en esa historia, conocen perfectamente el papel indispensable que tuvo José Enrique en asuntos espinosos relacionados con el terrorismo, la justicia, la defensa de los valores democráticos, las competencias de las instituciones del Estado o las negociaciones de todo tipo que se han realizado durante décadas entre el gobierno y la oposición. José Enrique garantizaba el trabajo impecable hasta la extenuación. Con una virtud a la que no siempre se da la importancia debida: la confidencialidad.
Se lleva con él no solo grandes secretos de Estado sino cómo se lograron sacar adelante, a través de difíciles negociaciones, asuntos que dieron potencia y vigor a ese Estado. Nunca se puso medallas, ni cuando ocupaba cargos en La Moncloa ni cuando fue diputado de a pie. Nunca movió un dedo para medrar, su trabajo se realizaba en la trastienda. José Enrique tenía un conocimiento profundo de lo público y sus centros de poder. Sabía también quiénes tenían capacidad de cambiar las cosas aunque sus nombres no figurasen impresos en tarjetas de visita con escudo. También sabía preparar papeles, buscar antecedentes y las leyes que se podían aplicar.
Pero sobre todo, con su talante de hombre serio, cercano, discreto, que no alardeaba de nada, generaba confianza y sacaba lo mejor de cada uno de sus interlocutores. Así, lograba acuerdos entre gobierno y oposición, generalmente entre PSOE y PP, que han pasado a la historia como ejemplos de pactos de Estado.
Uno de sus mejores amigos, el analista Ignacio Varela, lo define como un héroe. Lo era. Son conscientes de ello los que participaron con José Enrique en superar obstáculos insuperables. Descanse José Enrique en paz, bastante peleó en vida. Lo hizo por una España democrática y estable.
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