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Como Georgia para Ray Charles o Carolina para James Taylor, hay una Málaga On My Mind para The Economist, que ha escrito un artículo reciente sobre el momento que vive esta ciudad. El tema no es baladí por el prestigio que en el mundo anglosajón tiene este semanario y también por el impacto que el artículo pueda tener en sus lectores para visitar nuestra ciudad.
En mi opinión, lo interesante del artículo es que da una imagen positiva y realista, en muchos aspectos, de la ciudad pero menos complaciente de la que estamos acostumbrados. Es cierto que Málaga ha asistido a un renacimiento en la última década, con Francisco de la Torre como alcalde, que es el resultado de una combinación, a mi juicio, de varios factores: el éxito de un modelo cultural –que ha sabido crear museos relevantes para el turismo (Museo Picasso, Museo Ruso y Museo Thyssen por poner sólo tres ejemplos destacados- , el crecimiento económico de la mano de un sector turístico renovado–y que tiene no sólo más plazas, sino mejores hoteles- y de un sector tecnológico pujante –con un parque tecnológico cada vez más importante en la vida económica de la ciudad, que aporta el 20% del PIB y tiene puntos fuertes en campos como la ciberseguridad, videojuegos y microelectrónica-, el papel cada vez más importante de la Universidad de Málaga y, por supuesto, una buena comunicación –con el AVE y el cuarto aeropuerto de España-. Esta combinación de factores no sólo ha sido una fuente de atracción indudable para el turismo sino también para nuevos profesionales –ingenieros y nómadas digitales- y empresas. Si a ello le unimos el clima, la gastronomía y la forma de vida podemos afirmar que ‘Málaga es la mejor ciudad del mundo para vivir y para hacer amigos’ –esto es lo que afirmaba un informe de Forbes publicado por este periódico en septiembre del año pasado. De ahí, que hemos estado viviendo hasta ese momento de esa imagen: de Málaga, como la ciudad de la que todo el mundo habla, a la que todo el mundo desea venir.
Sin embargo, el dilema es si Málaga será modelo para otras ciudades o será víctima de su propio éxito. La escasez de viviendas y los excesos de turismos de masas son los problemas que se señalan en el horizonte. En una provincia en la que crece la población, los alquileres y los precios de los pisos son de los que más suben del país y en el centro histórico hay unos 6000 pisos turísticos. Además, las tasas de desempleo todavía importantes y salarios bajos, sobre todo para los jóvenes. Alegrémonos del cambio de la ciudad pero sigamos trabajando por solucionar los problemas de hoy , si queremos construir su éxito del futuro.
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