Juan López Cohard

Que el maná nos proteja

El zoco

El tiempo convierte la nueva normalidad en, simplemente, la normalidad. Y cuando con el tiempo se retorna la normalidad anterior a la que paso a ser "nueva normalidad" resulta que la echamos de menos. Eso, al menos me está pasando a mí con la que mi querido y admirado maestro, el periodista Jesús Nieto, llama la "Avenida de Andalucía libre". Liberada y exenta de las obras, que han durado más de una década, ahora echo de menos circular por ella como por lo que era un auténtico laberinto, sorteando toda clase de balizas blancas y rojas con los respectivos anagramas de las empresas constructoras. Supongo que ya me acostumbraré a la "nueva normalidad" de la "Avenida de Andalucía libre".

Y, con la pandemia aún vivita y coleando, comenzamos a tener los síntomas de lo que nos viene por el horizonte, ya cercano, con la nueva normalidad económica. Con todos los gastos del Estado, ya de por sí excesivos, acrecentados por los efectos de la pandemia, con un endeudamiento enorme y con las arcas vacías, el Gobierno mira al Cielo (léase UE) para que les envíe el maná con el que dar de comer a los españolitos apelando a la solidaridad europea. Es curioso que creamos en la solidaridad cuando tal concepto no existe ni entre nuestras comunidades. Pídanle ustedes solidaridad a esos catalanes que gritan "España nos roba". Si eso gritan algunos españoles de alguna comunidad autónoma ¿Cuánto más no lo gritarán los ciudadanos de otros estados europeos?

Los economistas clásicos consideraban el ahorro como una actividad encomiable. Sin ahorro no hay inversión y sin inversión no hay trabajo. Después los neoclásicos y keynesianos variaron esa consideración y en las escuelas de la posguerra, con Friedman al frente, el ahorro pasa a ser secundario respecto del consumo. Sin embargo, nuestro amigo Shumpeter, vuelve a la consideración clásica del ahorro. Éste financia el desarrollo. Pero, amigos, estamos ante unas nuevas teorías. Prima el gasto. No, a la mal llamada austeridad. Y si nada queda y no hay, que el maná nos proteja, ya sea de los impuestos o de mamá UE. Pero sepamos que nadie da duros a cuatro pesetas.

Tendrán que aprenderse la lección esos alcaldes que hicieron los deberes y tuvieron superávit, en sus cuentas. Ahora, en pro de la solidaridad, se quedarán sin el esfuerzo realizado que, por otra parte, detrajo a sus administrados. No así al alcalde de Torremolinos que clama por la solidaridad de los otros porque él, no solo no tuvo superávit, sino que se endeudó tanto que tendrán que ser los demás quienes acudan al rescate.

Y eso, queridos lectores, que nos sirva de lección para estar preparados. Porque algunos de nuestros políticos andan proclamando que el ahorro de los ciudadanos es de la comunidad. Y otros, dignos pinches de la economía, sugieren y defienden la doble imposición, de forma que a lo ahorrado se le vuelva a gravar, pero quién, en lugar de ahorrar, se lo haya gastado, eso que se lleva puesto.

Girardin, digno discípulo de Rousseau, sentenció: "La Miseria, sostenida por la Caridad, desaparecerá mediante el Ahorro."

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