pasado, presente, futuro

Simón Cano Le Tiec / Cultura@malagahoy.es

Las maneras del miedo

CREANDO una antológica sucesión de impactantes fotogramas, Juan Carlos Fresnadillo ha logrado ejecutar a lo largo de sus dos largometrajes un enérgico ritmo narrativo, incansable y discontinuo, únicamente pausado a la hora de apaciguar un realista reflejo del terror humano. Sólo ante la maestría del tétrico ambiente al que dio a luz en 28 semanas después podemos comprobar como la oscuridad del miedo más oculto es capaz de sobreponerse al terror externo. No buscaba la emoción del espectador con los tópicos de un género bastante labrado a lo largo de los años, sino que comenzaba a moldear la inocencia de sus personajes hasta despedazar sus alegrías y hacer emerger de ellos ambiguas reflexiones sobre los valores que podían representar. La actriz Imogen Poots fue la quintaesencia de este canon, en el cual la sensibilidad de la joven comenzaba a decaer ante la nefasta trascendencia de su alrededor.

Sin embargo, Fresnadillo aplicó una abierta interpretación sobre la integridad, en la cual el actor británico Robert Carlyle caracterizó una impredecible decadencia moral, simulando una emotiva dualidad donde la inocencia se convertía en la única guía de supervivencia. A lo largo del metraje, los sentimientos perdían su sensibilidad hasta conformar una fría y oscura ambientación que acababa por representar el mal físico y moral, haciendo desaparecer la infancia de sus protagonistas. Además de rebelarse contra los tópicos, la segunda cinta del director canario llevaba consigo un pulso frenético con el cual construía una gloriosa epopeya sobre la pérdida del miedo .

Empleando estos trasfondos, el director manipulaba un aparente entretenimiento para convertirlo en un frenético e inteligente ensayo sobre la dinámica y el estímulo cinematográfico.

Intruders, la nueva cinta del director, fue aplaudida tras inaugurar la pasada edición del Festival de San Sebastián, tratándose de un proyecto realizado con una amplia sencillez, llevado a cabo con energía y originalidad, dotando a un impactante thriller psicológico de una belleza conceptual propia de la breve carrera de Fresnadillo. El director afirmó adaptar su infancia a sus cintas, mostrar el miedo tal y como lo pudo vivir o imaginar, realizando una dura tarea de llevar el terror hacia el esplendor de la juventud.

Clive Owen protagoniza esta cinta, tras realizar algunos papeles que mediaban entre la dureza emocional y el sentimentalismo fraternal, a pesar de haber realizado trabajos de gran efectividad como la adaptación del comic de Frank Miller Sin City, en el cual daba a luz una expresividad implacable a la hora de encarnar la redención a través de sus actos.

Juan Carlos Fresnadillo consigue pervertir el sentimiento más afectivo en la rabia más objetiva y directa, mediante la cual busca una conclusión épica al miedo bajo el cual se sumergen todos sus personajes, en espirales donde sólo buscan un lazo que les ayude a emerger, y que en la mayoría de sus cintas, es representado por un vínculo fraternal.

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