Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

El milagro de María Guardiola

Olarra y Montero han luchado más por su supervivencia política que por la de su partido.

En principio, las palabras de María Guardiola, la política extremeña del Partido Popular, me sonaron a portento. Recordé los versos de Dante a su amada Beatriz: “…e par che sia una cosa venuta da cielo in terra a miracol mostrare”. Sí, sus palabras parecían venidas del cielo a la tierra, a modo de milagro. Las reproduzco: “No puedo dejar entrar en gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a la papelera una bandera LGTBI”. ¡Qué más quisieran las enfurruñadas Belarra y Montero que parecerse a María Guardiola!, pensé; porque, en mi opinión, estas dos políticas han hecho perder muchos votos a su partido. Y han dejado al feminismo, con sus exageraciones, generalizaciones, errores e incontinencia verbal en una situación muy delicada, al encerrase en la jaula partidaria, sin experiencia política, y rodearse de consejeras menádicas, obnubiladas por una malquerencia invencible hacia los hombres que les ha llevado a olvidar que, para que se produzcan cambios relevantes, hay que atraer, seducir e ilusionar a esa masa fluctuante de hombres y mujeres que, en momentos históricos, toman partido por la igualdad. Sin ellos, no será fácil lograr una sociedad más justa. Estas mujeres han actuado como vienen haciéndolo a lo largo de la historia los hombres a los que critican: utilizando gran parte de su fuerza, no en avanzar, una vez que han alcanzado el poder, sino en intentar ‘invisibilizar’ a la mitad de la población, la de los hombres, incluso a los que, impulsados por un egoísmo inteligente, sienten como suyas las propuestas feministas. Experimenté, al escuchar las valientes palabras de Guardiola, asombro y admiración. Si no es el suyo un movimiento oportunista y táctico de su partido para ocultar los vergonzosos pactos trabados en otras comunidades con la ultraderecha, esta mujer se ha jugado su carrera política. Ahora habrá que ver si se doblega o no. Si lo hace, la tan cacareada ‘democracia española’ habrá bajado un escalón más en su deriva hacia los infiernos del totalitarismo partidista. El del aplauso constante, el de la sumisión acrítica al jefe, el de la sonrisa estereotipada que lucen los fans cuando su líder, desde el atril, lanza mentiras y obviedades.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios