Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
ME han dejado el tirititrán para septiembre. Como un nuevo gol de Iniesta a Stekelenburg llegó desde el África negra la noticia de la declaración del flamenco como patrimonio inmaterial de la humanidad. Aire puro, la no-materia. ¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a cantar con Camarón! ¿Se le acabó al potro del cantaor de San Fernando la rabia y la miel por esta declaración institucional?
África negra y flamenca, nubia y gitana, de Camarón y de las minas del rey Salomón. Estará contenta Salomé, la nieta de Caracol, rey de los Canasteros, el dueño del corazón de la Niña de la Venta a la que encarnaba Lola Flores. Con Xan das Bolas en el reparto, que la otra noche apareció en el elenco de Plácido. Esperaron a que muriera Berlanga para aprobar la cosa, que es como gastarse un quintal para que unos jurados sin ninfas puntúen los méritos de la puesta de sol, el arroz a la cubana, el corte de tijera o el celo de la oropéndola. En vez de americanos, el coro cantaba africanos.
Hoy estrena Saura Flamenco, Flamenco para rematar el salto de hartura. Lebrija, Jerez, Triana... y Nairobi. Hay en el flamenco una electricidad de corredores kenyatas. El Bobote y el Eléctrico, figurantes estelares de las películas de Saura, cómplices por medio mundo de los espectáculos de Pansequito y Aurora Vargas, podrían homologar sus piruetas del baile como ejercicios olímpicos dignos de Kipchoge Keino. Matilde Coral habrá pensado en Rafael el Negro. Lole lo celebrará con su madre, la Negra. Y alguien dejará unas flores en el panteón familiar de Antonio Núñez Chocolate, el primer cantaor que ganó un Grammy. El Cigala le pedirá la tez taína a Bebo Valdés y el espectro alosneño de Lauren Postigo volverá a casarse por el rito zulú en el cantar de los cantares.
No encajan bien el alborozo flamenco con el prohibicionismo taurino, siendo hijos de la misma sal de la tierra. El toro es un bailaor condenado a muerte dos veces: en los carteles y en los programas de los partidos que han vetado la fiesta. Morente es padre de cantaora y suegro de torero. Las dehesas son las últimas reservas indias donde Sitting Bull aguarda sentado el decreto del exterminio. Brindis de despachos, euforia de subsecretarios con la guasa del Beni y la teoría de su hermano, el profeta Amós Rodríguez Rey. Pulpón, él solito, llegó más lejos. Malraux del duende, vio negocio donde otros sólo veían arte y, justo es decirlo, puso mucho arte en ver que no todo era negocio. Un día lo piropeó Aurora Vargas en su oficina: "¡Qué arte tienes, Pulpón!". Un fenicio de las cartageneras que le hizo a una grey heterodoxa la revolución industrial y llevó cordura a una selva sin leones y con buitres.
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