Según la biografía de San Froilán, de la Biblia mozárabe de la catedral de León, el monasterio dúplice (de hombres y mujeres) de Tábara se fundó a finales del siglo IX, un cenobio de leyenda que merecería una serie completa. Dedicado a El Salvador y bajo el patronazgo real, en este caso de Alfonso III. Según las fuentes albergaba a más de 600 miembros. Cercano a este también fundaron Froilán y Atilano otro monasterio llamado Morerola o Moreruela de Tábara con 200 miembros. Recordemos la emigración masiva de mozárabes al norte después del motín del arrabal de Córdoba del año 814.

Parece probable que la iglesia de Santa María de Tábara de 1137, se ubicara sobre el viejo recinto monacal de San Salvador. Su torre tabarense inspirará a Gómez-Moreno y otros a interpretar su arco de herradura, de ladrillo en el exterior y sillares por dentro, como una adaptación y reaprovechamiento de una torre románica anterior. Estos monasterios serán parte de la articulación política y territorial del poder del reino astur-leonés. Tras el abandono andalusí de la cuenca del Duero numerosos mozárabes se desplazan a las tierras del norte. Destruidos e incendiados por las razias de Almanzor en el año 988 y reconstruidos después por monjes mozárabes venidos de Córdoba.

El alma de estos monasterios eran su scriptorium. Ubicado en la cercanía de la torre, de él salieron los famosos Beatos. Los Beatos mozárabes serán códices manuscritos copia del Comentario al Libro del Apocalisis de San Juan, que en el año 776 realizara el Beato de Liébana en el monasterio de Santo Toribio en el Valle de Liébana (Cantabria), siendo un género librario típicamente hispánico.

En el Beato de Tábara del año 970 vemos como colofón la Torre scriptorium, y representados a los escribas Emeritius y Senior, y en el piso inferior la monja Ende, que es la primera mujer ilustradora de códices de la que conocemos su nombre. En otros Beatos se representan instrumentos musicales de al-Andalus y del mundo bereber, arcos de herradura o los fondos de bandas brillantes coloreados como elementos de decoración. Posteriormente Tábara será propiedad de Doña Elvira, hermana de Alfonso VI, quién la donará a los Templarios.

Rayuela de recuerdos de un pasado visigodo, de una convivencia de los morárabes en al-Aldalus que les deja como herencia potentes imágenes y representaciones y de uno reinos del norte que comienzan a forjar su ideología y señas de identidad en un proceso que va del siglo IX al XI, como investigaron Abilio Barbero de Aguilera y Marcelo Vigil Pascual en su libro Sobre los orígenes sociales de la Reconquista. Finalmente, recomendar para quién quiera profundizar en el tema el estudio de Fernando Regueras Grande y Hermenegildo García-Aráez Ferrer: Scriptorium Tábara visigoda y mozárabe.

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