Que no nos tomen por tontos

29 de diciembre 2025 - 03:05

Terminamos el año con las redes sociales llenas de mensajes de los políticos felicitando la Navidad o el Año Nuevo. Algunos son dignos de un pedazo de equipo de comunicación y otros parecen elaborados por su peor enemigo. En esta era de la inmediatez (¿o es de la poca paciencia?) parece que da lo mismo lo que digan esos mensajes porque, total, se van a cambiar por otros nuevos en cuestión de segundos.

Pero no todo es tan efímero porque las percepciones se van quedando y van formando un poso que terminan creando la reputación de quienes nos gobiernan. Y los ciudadanos no son tontos, y los votantes, muchísimo menos. Detrás de cada voto, de cada abstención o de cada voto útil, hay una reflexión personal, un análisis de qué es lo que defenderá mejor los intereses particulares.

Por eso es muy importante que en este año electoral que iniciamos en tres días, quienes aspiran a ser elegidos para representarnos en los parlamentos autonómicos digan la verdad a los ciudadanos. Habrá quien sostenga que eso está pasado de moda, que los populismos se han hecho con el poder y que los ciudadanos están alienados.

Pero no es cierto. Detrás de esos populismos hay descontento real de quienes ven fracasado el modelo del bipartidismo, hay frustración de quienes han confiado en responsables públicos que o han acabado en la cárcel, o están en el banquillo o ya en un juicio. Y puede ser incluso peor: quienes han dejado de confiar en el sistema porque todos los políticos son iguales y sólo se dedican a robar todo el dinero público que pueden en el momento que tienen oportunidad. Pero tampoco en eso los ciudadanos son tontos. Conocen a alcaldes, concejales y diputados que son honrados, que defienden lo mejor que pueden a sus vecinos y que tratan de poner en práctica una ideología en la que creen, a pesar de que sus partidos, todos, se lo ponen cada día más difícil.

Llegan unos meses de muchas promesas, de mucha propaganda y de que unos nos cuenten que las cosas están bastante mejor de lo que realmente están y de que otros hagan exactamente lo contrario. El análisis de la realidad pasa por cada casa, por cada familia y por cada trabajador que sabe, perfectamente todo de impuestos, de sanidad y de empleo. Pero todo, todo.

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