El nuevo opio del pueblo

Esperemos que el Brexit tenga algo positivo y limite de una vez este escandaloso negocio

Cuando Karl Marx en 1844 realizó su famosa crítica a las religiones no podía imaginar que años más tarde, y con la aquiescencia de todas las ideologías políticas, serían el juego y las apuestas el nuevo opio del pueblo. Este falso modelo ilusorio, que mantiene permanentemente a las personas creyendo que van a ganar una gran fortuna, nos ha rodeado de tal manera que hace parecer imparable algo que hace unos pocos años apenas existía. Y la cuestión de fondo es ¿acaso beneficia a la sociedad?

Es curioso ver como en los barrios más populares, y especialmente en los más humildes, proliferan sin parar las casas de apuestas. Lo que antes eran escasas zonas de juego, con una publicidad externa muy limitada, ahora parecen salas de cine que ofrecen en tiempo real por sus pantallas cada una de las opciones a apostar. Y algunos se contentan con que la solución es hacer que las licencias de los casinos estén limitadas ¿acaso eso resuelve algo cuando cualesquiera de estas nuevas salas de barrio mueven directamente o por internet más dinero que los bingos del pasado?

Pero lo peor es que al frente de estas nuevas formas de saqueo se presenten sin rubor las principales figuras de los deportes y de la televisión. Parece mentira que estos supuestos modelos sociales se presten a dicho juego, y nunca mejor dicho. Ver a los futbolistas gastar fortunas en partidas de póker "on line" o presentar como héroes a jóvenes que ganan una supuesta fortuna por internet es realmente patético. Bastaría que supieran un poco, sólo un poco, de teoría de la probabilidad para que entendieran la estafa, que les está rodeando, vestida de oropel.

¿Cómo es posible que ante cuestiones como el tabaquismo o el alcoholismo se vea tan claro que no debe ser estimulado y ante la ludopatía todos guarden silencio? Hemos de tener en cuenta que es el juego la forma más rápida de destruir a las personas y a sus familias, y sin embargo no queremos prestarle la misma o mayor atención. Evidentemente hay dos razones de peso para este silencio cómplice: las ingentes cantidades de dinero que recibe el Estado, vía impuestos del juego, y las mafias que rodean a este sector. Porque los deportistas y los presentadores de televisión pondrán la cara, pero es Gibraltar el lugar donde las ramificaciones de todos estos ingresos confluyen. Esperemos que el Brexit tenga algo positivo y limite de una vez este escandaloso negocio.

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