Yo te digo mi verdad
Manuel Muñoz Fossati
Vuelve el cristianismo
Vivimos una de esas situaciones en las que, parafraseando al bueno de Bertie Wooster, no nos sería difícil afirmar que si el santo Job llamara a nuestra puerta podríamos sentarnos con él a intercambiar historias de mala suerte hasta la hora de acostarnos. No sé si Nostradamus tendrá alguna cuarteta dedicada a estos años, ni que haya un Santos Discépolo para dedicarle un tango como aquel Cambalache que clavó el atormentado siglo XX. Porque ¿quién nos iba a decir que después de sufrir una pandemia nos enfrentaríamos a una crisis económica y a una guerra a las mismas puertas de Europa? Amén de una inflación desatada, unos tipos de interés al alza y para más inri, la amenaza rusa de enviarnos al General Invierno en forma de cortes de gas. Por no hablar de la sequía y el sempiterno cambio climático, que unos toman a chufla y del que otros hacen una tragedia, sin valorar, ninguno de ellos, razonablemente su importancia.
Informarse es sufrir. Abres un periódico y te sientes caer al pozo de la más absoluta desesperación. El presente es un mal sueño y parece que el futuro una pesadilla. Crisis, guerra, polarización y enfrentamientos políticos… Todo nos devuelve a un pasado que creíamos olvidado y que nos hace temer al porvenir. Miedo que siempre ha generado reacciones emocionales e irracionales que abren puertas y ventanas al populismo y, lo que es peor, avivan soluciones autoritarias para nuestros problemas que nos garantizan, a voz en grito, paz, seguridad, justicia y libertad. Pero la paz de los cementerios, la seguridad de las cárceles, la justicia de la venganza y la libertad de los pájaros enjaulados.
En contraposición a esa distopía nos queda el optimismo churchilliano. Porque en toda crisis hay una oportunidad. Ni buscada, ni querida, pero real e inevitable una vez que se presenta. Y ante los problemas solo hay dos opciones: o se solucionan o se aprende a convivir con ellos. Nunca parece inteligente ser otra cosa que optimista y admitir que el éxito llegará si asumimos los fracasos sin desesperarnos. Ejerciendo la libertad con responsabilidad, inteligencia y generosidad para garantizar los derechos individuales y promover oportunidades reales para todos. Son estos momentos en los que el ejercicio responsable de la libertad nos debe impulsar a ciertas renuncias. Porque, como nos enseñó la generación de la posguerra, sobre el esfuerzo de hoy se construirá la abundancia del mañana.
También te puede interesar
Yo te digo mi verdad
Manuel Muñoz Fossati
Vuelve el cristianismo
En tránsito
Eduardo Jordá
Mon petit amour
Crónica personal
Pilar Cernuda
Izquierda y derecha
La ciudad y los días
Carlos Colón
Fin de año entre Esperanza y Gran Poder
Lo último
El parqué
Sesión de máximos
Tribuna Económica
Desdolarización global: el inicio del declive del imperio
EDITORIAL
Año electoral en Andalucía