El andalucismo acelerado de la derecha regional lleva al PP con frecuencia al exceso. Es la fe del converso. El consorcio de San Telmo Televisión y Canal Sur ha emitido con motivo del 28 de febrero una dosis tan masiva de orgullo de la tierra, que la programación recordaba a la hartura de películas de romanos en Semana Santa o las de Santa Claus en Navidad. De hecho, el discurso de Juan Manuel Moreno en el Teatro de la Maestranza estuvo lleno de buenos propósitos, henchido de orgullo y sobrado de sobresalientes liderazgos nacionales e internacionales. Parecían los propósitos de año nuevo que nunca se cumplen, pero nos dan confort.

Los niños en los colegios sustituyen las uvas del 1 de enero por el pan andaluz, que es el pan con aceite y azúcar de toda la vida, pero en el nuevo régimen tiene adjetivo étnico. Es una buena bandera la del aceite de oliva como símbolo de Andalucía, que produce más del doble que Italia y Grecia juntas. Desgraciadamente el 80% de sus exportaciones se hacen a granel.

El 28F el presidente abusó de los sustantivos con trampa. Dijo que Andalucía es el tercer motor económico de España. Se le olvidó añadir que tiene el menor PIB per cápita de las 17 autonomías. Proclamó que lidera la bajada del paro, pero omitió que es una de las cinco regiones con más desempleo entre las 283 que contabiliza Eurostat. Presumió de que reduciendo impuestos recauda más, pero obvió que esta es la comunidad en la que menos ha aumentado la recaudación.

Hubo mucha propaganda y una componente emocional empalagosa: "Una Andalucía mejor, que camina hacia el futuro con determinación y orgullo". "El orgullo de ser y pertenecer de ocho millones y medio de andaluces". "Andaluces orgullosos de una tierra única". "Hay una etiqueta que lo dice todo de nosotros... Andalucía". Sufrimos un bombardeo superficial de vanagloria regional. Pero este triunfalista andalucismo de salón es el celofán, del forro, de la cubierta de Andalucía. Se proclama que se compite con los mejores sin complejos. Pero debajo del brillo y la ocultación están las desigualdades sociales, el atraso industrial y la escasa dimensión empresarial.

Manda tanto el folklore que dentro de nada tendremos el equivalente a los dos mil gaiteiros de Fraga. Más allá del autobombo del presidente y las horas de pantalla que se regaló a sí mismo en San Telmo Televisión, este show del martes en el Maestranza ha sido un espectáculo más entretenido que los tristes de la época socialista, en los que se ponía a todo el Consejo de Gobierno en exposición en el escenario. En esta edición no ha faltado un himno personal del presidente. Los de Siempre así le cantaron la doctrina Sinatra. Moreno lo hace todo a su manera, con mucho márquetin. Pero el orgullo de Juanma empacha, por exceso de azúcar en el pan andaluz.

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