CON la ley electoral que reparte y designa los representantes de los representados, denominada D'Hondt en honor al belga que la ideara en los albores del siglo XX, es cada vez más difícil no asistir, tras cada proceso electoral, al sin vivir de los pactos y las adecuaciones explícitas de los gobiernos. Todos creerán interpretar el mensaje del pueblo. Ya se sabe que el idioma del pueblo es interpretable según quien lo use. Las lenguas tienen el mismo vocabulario para todo lector o parlante, pero el lenguaje de la política se adecua a su propia singularidad.

Cuando ganó Arenas sin mayoría en 2012 la voz del pueblo pareció entonces ser menos respetada de lo que hoy nos pide Susana Díaz que lo sea. IU y PSOE ignoraron aquella victoria del pueblo. De hecho, se la usurparon. Hoy, con menos diputados pero más ansia de no perder el poder, exigen el respeto que dicen que el pueblo les otorga, a pesar de ser una mayoría más simple que aquella. Queda por ver si tras las elecciones municipales del 24-M el PSOE de Susana Díaz respeta la voz del pueblo, y a los ganadores.

Las mayorías absolutas casi han pasado a la historia junto a la Transición. En aquellas elecciones del siglo XX, repletas de ansia democrática, era más fácil acumular los votos para el mismo tren en búsqueda de la libertad, objetivo común y prioritario, que coger los atajos diversos que nos ofrece este tiempo nuevo, de cierta diáspora ideológica y política, la que nos quiere gobernar en este siglo XXI.

Hoy hay que buscar pactos, y manejar un exhaustivo compendio de excusas para justificar, a veces, lo injustificable. Veremos a tan dispares compañeros de alcoba como odios personales y longevos maquillen las hipócritas relaciones que envuelven a los unos con los otros. Que ya no es el programa, programa, programa, sino el con quien, con quien, con quien. Es lo que tiene la política de pueblo. A los hechos me remito, Agapito.

Lo de Podemos y Ciudadanos con el PSOE andaluz es como un pactoricidio. Andan a la greña a ver quién parece menos cobarde, menos primo carnal y más primo de zumosol. Huyen del desgaste que supone pegarse al PSOE de los Ere y sus griñanismos y chavismos. Para evitar el castigo en las elecciones generales han de amarrar bien el hatillo, que ninguno quede como que es el primero en bajarse la parte que afecta a las posaderas del vestir. Más aún tras ver el frío puente bajo el cual duerme ahora IU, tras haber gobernado con Susana.

Ante el panorama compartamos el hecho de que la doble vuelta habría de ser quien dirimiera y acabara con los pactoricidas del "por el interés te quiero, Andrés", ¿no? Y usted que lo lea.

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