Vía Augusta
Alberto Grimaldi
¿Hay también una ‘vía extremeña’?
El conocimiento a través de los medios de comunicación del informe de la UCO de la existencia de un presunto caso de corrupción que afecta a la etapa del Ministerio de Transportes de José Luis Abalos constituye, desde ayer, un cataclismo en la vida política española. Las conversaciones grabadas por Koldo García con dos secretarios de organización del PSOE, José Luis Ábalos y Santos Cerdán hablan de reparto de comisiones y de favores. Sanchez, claramente afectado, pidió perdón en varias ocasiones, pero una vez presentada la dimisión de Santos Cerdán, habló de agotar la legislatura.
Desde el comienzo de esta columna siempre hemos hablado de que este gobierno se enfrentaba a una gobernabilidad difícil. Sin embargo, quizás ahora tiene uno de los retos más difíciles de estos siete años de andadura. Sanchez consiguió el gobierno como resultado de una coalición en contra de la sentencia de la Gurtel, que ponía al PP en el centro de la corrupción política. Hizo de la regeneración democrática y de la lucha contra la corrupción uno de sus principios. Sin embargo, ahora con dos ex-secretarios generales de organización, implicados en un caso de corrupción como éste, es evidente que pedir perdón no es suficiente. A la vista de lo visto, y siguiendo el camino de la nueva política, Sanchez ha fracasado en su programa de regeneración democrática y, desde luego, en la lucha contra la corrupción política dentro de su propio partido.
La sombra de José Luis Abalos era alargada y su confianza se perdió hace tiempo, entre otras cosas, además de lo que supimos ayer gracias a lo que hemos ido conociendo de una vida privada poco acorde con la de un ministro. Koldo García parece una especie de zascandil y conseguidor que sirve para todo. Sin embargo, lo de Santos Cerdán ha sido una sorpresa, que incluso le ha costado creer hasta el último momento al presidente. Sanchez tendrá que dar explicaciones sobre si esto eran casos aislados o detrás de estos casos de corrupción política o hay algo más: la financiación del partido. Esto es un aviso más establecer un mayor control en los contratos públicos. Ni al gobierno, ni a los socios de la coalición parece interesarles una moción de confianza. A la oposición tampoco la moción de censura, que prefiere la del ‘achicharramiento a fuego lento’. Si Sanchez nos sorprende, nuevamente, con su manual de resistencia, caminaremos hacia una legislatura cada vez más agónica y difícil.
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