Pedro Sánchez resiste

Está rodeado de problemas y personajes que provocan vergüenza –bandidos y macarras, le ha dicho Alfonso Guerra a Susanna Griso–, pero resiste. De alguna manera se entiende: mantiene el respaldo de sus socios, por la cuenta que les trae.

Con Pedro Sánchez han logrado lo que jamás les concedería un presidente que respetara la Constitución y la igualdad entre españoles; esa igualdad que siempre está en boca de los sanchistas, y que sin embargo el sanchismo ha destrozado. Los partidos que apoyan al resistente Pedro Sánchez cuentan con ventaja frente a quienes se sitúan en la oposición: sus votantes disfrutan de privilegios que no llegan al resto de los españoles. Así que el apoyo al jefe de este gobierno es incondicional, saben que traspasa límites que nadie con principios se atrevería a traspasar. Por defensa de esos principios y por respeto a todos los españoles, no solo a los que le permiten mantenerse en Moncloa aunque no haya ganado las elecciones. Tiene la legitimidad para gobernar pues cuenta con la mayoría parlamentaria necesaria, pero ha apostatado de las señas de identidad de su partido.

Todo lo malo se pega, y esa falta de principios se ha trasladado a muchos de sus colaboradores, que se apuntan a mantenerse en el poder a cualquier precio. Este lunes han pasado por el Supremo José Luis Ábalos, que ha sido todo para Pedro Sánchez, y también Koldo García, colaborador de Ábalos y vinculado a sus presuntas corrupciones. Que para infinidad de españoles no son tan presuntas porque han escuchado audios que demuestran taxativamente que se movían en las aguas turbias de las cloacas. ¿Qué han declarado ante el juez del Supremo? Que no reconocen su voz en los audios.

Sí, es una forma habitual en este tipo de casos, forma parte de la estrategia de defensa que aconsejan los abogados. Pero a cualquier ciudadano de a pie, que sigue confuso, avergonzado y escandalizado todo lo relacionado con la corrupción que impregna a destacados personajes del PSOE y del Gobierno, comprobar que personas muy destacadas del gobierno, o que han pertenecido al gobierno, no identifiquen sus voces –suficientemente conocidas por los españoles–, aparte de los sentimientos ya señalados les produce estupefacción. No es la actitud que se espera en personas que han ocupado cargos del Gobierno. Incluso los corruptos deben mostrar una actitud valiente, digna, cuando son pillados en falta. En tan grave falta.

Sánchez resiste, pero roza el abismo. No hay charco maloliente en el que no se haya metido; los peores, los que le han convertido en un mentiroso compulsivo, en un político que ha hecho del engaño su actitud habitual.