Reflejos de Málaga
Jorge López Martínez
¡Que viene el ‘loVox’!
Lo advirtió el creador del refrescante concepto “Mediterráneo Moral”, el joven malagueño Nacho Raggio: “En apenas tres años la derecha española ha aprendido a odiar a la Conferencia Episcopal, a la Monarquía, a la Policía y a la Armada por ser entes indistinguibles del PSOE”. En vez de decir: “Hala, qué exageración”, que es lo primero que le saldría a uno con el piloto automático, el atento periodista Cristian Campos advirtió de lo mollar: “Esto está pasando bajo el radar, pero es la mayor ruptura cultural y sociológica en cuarenta y cinco años de democracia. Las consecuencias empezaremos a verlas pronto”.
El gesto de Santiago Abascal al asistir a pie de calle como uno más al desfile que conmemora el Día Nacional hay que entenderlo en este contexto. El radar de Vox ha detectado la cuestión. Oficialmente, Abascal no se sube a la tribuna de las autoridades para no compartirla con un Pedro Sánchez que corroe nuestras instituciones. Pero implícitamente se manda un delicado mensaje a las instituciones en riesgo de corrosión. Su Majestad el Rey de España, que Dios guarde, es la primera institución de España por lo civil, y sus últimos discursos, desde una reivindicación del aborto, con eufemismo de salud reproductiva y todo, hasta sus críticas a Israel, pasando por pasar de felicitar a María Corina Machado el premio Nobel de la Paz, pueden dar una vaga imagen de “indistinción del PSOE”, como diría Raggio. Sabemos que institucionalmente el Rey no tiene mucho margen, pero ¿aprovecha el estrecho que tiene?
Abascal y, por cierto, Feijóo –en la apertura del año judicial–, mandan señales de que la derecha no bailará el agua a una Corona que, sabiendo que cuenta con la lealtad connatural de media España, se concentra en engatusar a la otra media, con la que no cuenta. Eso históricamente ha funcionado a medias, esto es, con la mitad leal, pero ahora empieza a fallar en las dos mitades.
Queremos evitar lo que detecta Nacho Raggio, esto es, el desapego o desafección de la derecha joven a las instituciones. El antídoto también lo adelanta Raggio: no uncir su suerte a la de Sánchez. Por eso gestos como los de Abascal o el de Feijóo son una respetuosa y tácita demanda (o sugerencia) de neutralidad institucional, que se antoja tan urgente como necesaria. Ojalá no pasen bajo el radar.
También te puede interesar