Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Vive Calila
Nada nuevo en el balance de fin de año. Pedro Sánchez se repite más que una gotera: no va a haber adelanto electoral, Gobierno y partido son víctimas del fango y las campañas insidiosas de quienes les quieren mal, y los dos, partido y Gobierno, han actuado con contundencia ante los presuntos casos de corrupción y de abusos sexuales. En su balance, ha anunciado un regalo de fin de curso: un bono de transporte.
Hace tiempo que las declaraciones, mítines y ruedas de prensa de Pedro Sánchez provocan creciente frustración, transmite la idea de que no forma parte de este mundo. Se manifiesta como si no conociera lo que conocen todos los españoles: que algunos de sus más íntimos colaboradores han pisado la cárcel o se encuentran en ella acusados de corrupción; que en Ferraz circulaba el dinero sin control, que a la corrupción convencional se suma una corrupción moral de alcance nunca conocida como ahora …. Y que su partido, a pesar de presumir de ser referente de la lucha contra el machismo y el abuso sexual, no ha respondido a las llamadas de socorro de las muchas mujeres víctimas de esa lacra. Cuando ya era imposible actuar como si no tuvieran idea de lo que sucedía, han dicho que las víctimas tenían que haber presentado denuncias.
Vive Sánchez en otra galaxia, su criterio de prioridades no tiene nada que ver con las del resto de los mortales; no comparte las mismas preocupaciones, lo que provoca que algunos de los problemas más acuciantes de los ciudadanos ni siquiera merecen la atención presidencial. En el balance de fin de año, una rueda de prensa siempre de alto contenido político para cualquier jefe del Gobierno, anuncia Sánchez un bonobús de ámbito nacional. Lo dice cuando no hay presupuesto y por tanto dinero, y cuando son docenas los anuncios de ayudas y subvenciones, por no decir centenares, que no se han cumplido porque la letra pequeña incluía unas condiciones que solo cubrían un porcentaje pequeño de los solicitantes.
Lo peor es la desazón que invade a quienes son conscientes de que España sufre una crisis profunda y el descrédito del Gobierno y su partido es superlativo. Están trufados de corrupción, nepotismo y utilización de las instituciones para protegerse de las investigaciones policiales y los procedimientos judiciales, y entregados a exigencias inaceptables de sus socios.
El balance que ha hecho Sánchez es una burla. Para gran parte de los españoles, es una falta de respeto. Para ese balance farsa, mejor que Sánchez lo hubiera cancelado.
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