Crónica Personal

El sexo débil de Montero

Estas medidas de "igualdad" convertirán a las mujeres en sospechosas de aprovechar sus cambios biológicos

La ministra de Igualdad promueve a la mujer de hoy con un perfil completamente deteriorado. Mujer que necesita soportes para conseguir visibilidad y alcanzar un buen puesto de trabajo. Todo ello como complemento a las famosas cuotas para cubrir cargos de responsabilidad, como por si por ellas mismas no pudieran lograrlo.

Décadas antes de que Irene Montero y sus colaboradoras fueran ministras y directoras generales, hubo una generación que se ocupó de dar respaldo legal a las mujeres para que tuvieran los mismos derechos que los hombres; fue el primer paso importante, el definitivo. Luego se aprobaron las famosas cuotas, que a muchas mujeres nos parecieron humillantes. En la España de Sánchez se han dado con excesiva frecuencia los casos en los que ha sido más relevante ser pareja de, que contar con méritos incuestionables. Empezando por la propia Irene Montero, aunque no fue la única. En el mundo de la empresa y de la política se conocen de sobra los nombres de quienes han llegado al estrellato gracias a las cuotas o a la influencia.

El Ministerio de Montero y sus amigas va ahora más lejos al insistir en considerar el sexo de la mujer como el sexo débil. Cuando hace tiempo que se demostró que las mujeres son tan valientes como los hombres y en cuestiones emocionales son infinitamente más fuertes.

Pues bien. Pretende ahora el Ministerio de Montero y sus amigas "ayudar" a las mujeres con medidas que al menos a esta periodista le parecen disparatadas: cinco días de baja para las mujeres con reglas dolorosas, y baja laboral en el último mes del embarazo.

Disparatadas porque sin necesidad de ningún tipo de regulación la mayoría de los médicos ya firman bajas cuando diagnostican reglas de dolor extremo que impide trabajar en condiciones normales; aunque la mayoría de las mujeres asumen con naturalidad los naturales dolores menstruales, toman la pastilla que calma ese dolor y cumplen con su trabajo y responsabilidades. Segundo, porque si el embarazo es de riesgo los propios ginecólogos obligan a tomar las precauciones pertinentes.

Estas medidas de "igualdad" pondrán dificultades al acceso laboral de la mujer, las convertirán en sospechosas de aprovechar cambios biológicos que en ningún caso son enfermedad, y darán oportunidad a mujeres con escaso sentido del deber de poner como excusa su género, su sexo, para eludir responsabilidades.

Es lo que le faltaba a este Gobierno: poner a la mujer trabajadora bajo la sombra de la sospecha.

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