La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El socialismo conservador

Les sorprende que según el CIS andaluz el PSOE vuelva a ganar las elecciones? No. ¿Les sorprende que muy por debajo de él C's ocupe el segundo lugar, desplazando al tercero a un PP tocado y en probable fase de hundimiento? No. ¿Les sorprende que un Podemos también en descenso ocupe el cuarto lugar e IU el quinto pese a un ligero repunte? No. A veces las encuestas ratifican una sensación extendida. La mayoría de los andaluces, a pesar de los pesares, de los ERE, del paro o de las deficiencias que nos sitúan en la cola en tantos campos esenciales confían en el PSOE. O al menos se sienten perezosa y conservadoramente cómodos con él. Como si hubieran cogido postura en el sofá y se sintieran calentitos en la camilla. El PP no ha logrado en tres décadas presentarles un candidato y un proyecto que les invite a levantarse y dejar el calorcillo. C's se presenta como una derecha más moderna y no tocada por la corrupción. Pese a lo que su espectacular crecimiento no impide que le separe una enorme distancia del PSOE.

Susana Díaz, hábil, cercana, simpática, convincente y familiar, proyecta una imagen que encaja muy bien en esta Andalucía de sofá y camilla que Canal Sur representa perfectamente, sirviendo los intereses conservadores de la Junta, fomentando un andalucismo descafeinado de personas mayores y pueblos simpáticos por la tarde e imitadores de estrellas, sevillanas y gracietas infantiles por la noche. El socialismo conservador representado por el andalu-populismo moderado de la Junta y Canal Sur con su hábil agro-folclo-estrategia (que pondría los pelos de punta a un socialista antiguo o al guerrismo de Machado y Mahler) es un hallazgo político de primera magnitud. No es fácil convertir el socialismo en una fuerza patriarcal que satisface la resistencia al cambio de la mayoría de los andaluces revistiéndola de un atractivo halo progresista y andalucista que permite votarle sin mala conciencia conservadora. Es una especie de socialismo sociológico que recuerda al llamado franquismo sociológico crecido al calor del desarrollismo de los años 60.

Cuenta, es verdad, con la ayuda inapreciable de un PP andaluz que no da pie con bolo desde hace muchos años. Y que lo tiene difícil. Si el PSOE ocupa el espacio de centro y vende un tranquilizador conservadurismo folclórico, paternalista y suavemente populista-andalucista envuelto en papel de seda progresista, ¿qué puede hacer la derecha?

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