El sol de medianoche

PUES sí, hoy se celebra una nueva Noche en blanco, la tercera nada menos. Si el tiempo no lo impide (la lluvia ha sido protagonista no invitada en anteriores convocatorias, pero no ha logrado disuadir a las masas) volverán a formarse colas en museos, conciertos, teatros y la misma calle. Y, como dice el Génesis, verá Dios que está bien. La Noche en blanco es la iniciativa más tangible de las puestas en marcha por el Ayuntamiento, en colaboración con el resto de administraciones, para promocionar la candidatura de la ciudad a la Capitalidad Cultural de Europa en 2016. Esta noche, además, hay mucho de apuesta, de reto decisivo: a sólo dos meses de la presentación de la redacción definitiva del proyecto en Bruselas, la iniciativa pasa actualmente por su momento de necesaria complicidad de la ciudadanía, de búsqueda de ésta no sólo como depositaria, sino como agente activo de la candidatura. Por eso, la respuesta que se ofrezca en esta fiesta noctámbula servirá de termómetro para medir la salud del invento. A buen seguro, la reacción será buena. Lo fue en los años pasados y no tiene por qué ser peor en éste, cuando la oferta es sensiblemente mayor y más interesante.

Lo que ocurre es que a nivel, digamos, de usuario, no deja de resultar extraño ver colas en espacios donde uno acostumbra a entrar con mucha más holgura. No han sido una ni dos las ocasiones en que un servidor ha entrado a ver una exposición en el CAC, en el Museo Picasso o el Museo del Patrimonio un día cualquiera, de diario como dicen los mayores, y ha visto exposiciones muy promocionadas más solo que la una o como mucho acompañado por otros dos despistados. Tampoco me han faltado funciones de teatro verdaderamente notables con treinta butacas ocupadas. Al menos, la Noche en blanco tiene el efecto llamada, ahora, muchachos. Y la gente va. Es una buena noticia. Mañana regresará la calma acostumbrada. Sin apreturas.