
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Vicesecretaria de patafísica
La ciudad y los días
La furgoneta bajó Las Ramblas por el centro y haciendo eses para atropellar todo lo que podía", decía un testigo. El pavoroso resultado de esta deliberada voluntad de causar el mayor número de víctimas se ve en las crudas fotografías que, desoyendo la recomendación de la Policía para proteger la dignidad de las víctimas y de sus familias, empezaron a circular inmediatamente por los medios y las redes. De Niza a Barcelona, pasando por París, Londres (dos veces), Estocolmo y Berlín, el terrorismo yihadista ha atentado siete veces en un año por el procedimiento del atropello masivo. En Niza Mohamed Lahouaiej Bouhlel asesinó a 85 personas e hirió a 300, en Berlín Anis Amri asesinó a 11 e hirió a 50, en Londres Khalid Masood mató a cinco en el puente de Westminster y Khuran Butt, Youssef Zaghba y Rachid Redouane asesinaron a siete e hirieron a 48 en el puente de Londres, en Estocolmo Rahmat Akilov asesinó a cuatro e hirió a 15, en París este mismo mes de agosto Hamou Benlatrèche hirió a seis agentes de Policía -dos de gravedad- y ayer en Barcelona Driss Oukabir -único nombre conocido cuando escribo- asesinó al menos a 13 personas e hirió a más de 50.
No todos los islamistas son terroristas yihadistas, por supuesto. Pero todos los terroristas yihadistas son islamistas de origen árabe. No les ofendería con esta obviedad si ayer, solo dos horas después del atentado de Barcelona, no hubiera oído decir por vez primera -después se siguió repitiendo- la monserga de que "el Islam no tiene nada que ver con estos asesinos". Sucede siempre tras cada atentado cometido por islamistas radicales. Es como decir que los cristianos no tuvieron nada que ver con la Inquisición, que los protestantes y los católicos no tuvieron nada que ver con las matanzas de las guerras de religión o que los puritanos de Nueva Inglaterra no tuvieron nada que ver con la quema de brujas.
Mientras los musulmanes moderados, que son la mayoría, no reconozcan que estos crímenes SÍ tienen que ver con el islam y con su historia -porque han sido numerosos los brotes de fundamentalismo a lo largo de ella- no podrá empezar, de verdad, a erradicarse desde dentro esta violencia. Los dos primeros pasos para sanar un mal son reconocer su existencia y determinar su naturaleza. Poco podrá hacerse contra el terrorismo religioso islamista (yihad es guerra santa) si la lucha no la encabeza la inmensa mayoría de musulmanes moderados.
También te puede interesar
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Vicesecretaria de patafísica
Gafas de cerca
Tacho Rufino
La sepulcral belleza
Crónica personal
Pilar Cernuda
Nuevo compromiso de Sánchez, ¿creíble?
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
La rutina del barco
Lo último