Aún no es tiempo de 'ratafía'

Este licor de nueces verdes sólo se tomaba para cerrar tratos, pero, que se sepa, aún no hay ninguno entre Sánchez y Torra

No puedo negar que me ha sorprendido lo de la ratafía con la que el señor Torra ha querido obsequiar a Pedro Sánchez en la visita a su transitorio Palacio de La Moncloa. El gesto de Sánchez, a que negarlo, es, sin duda, el inicio de un pago por un favor, por un favor impagable o casi. Pero de ahí a llevar ya la ratafía es, sin duda, muy precipitado.

Ese licor de nueces verdes, que se recogen por San Juan y se elabora con secreta liturgia en las más notables casas pairales, en diferentes comarcas catalanas desde hace siglos, sólo se tomaba con carácter de solemnidad, no para abrir negociaciones, sino para cerrar los tratos: la venta o compra de una casa, de una finca, de la madera de un monte o de la cosecha de grano o de otros frutos. Y en las festividades en cuya celebración participa gran parte de la familia y los amigos de siempre. Pero, que se sepa -repito, que se sepa-, aún no se ha cerrado ninguna suerte de trato entre el presidente del Gobierno de España y el de la Comunidad Autónoma de Cataluña. Todo está pendiente, todo por hablar, todo por determinar. Y buena parte, imposible de realizar...

En la vieja casa de mis abuelos paternos, en Peramola -Alto Urgel- la receta de la ratafía es secreta y la tenía sólo una persona en cada generación. Y ésta la transmitía a alguien de la siguiente con bastante sigilo y no sin falta de cierto ceremonial. Yo, que soy lucentino de nacimiento y granadino de adopción y ascendencia, también soy depositario de la antiquísima receta de mi generación familiar catalana. Y la he transmitido ya a mi hijo Joaquín. El año pasado, sin ir más lejos, la hicimos juntos por vez primera, con nueces tiernas de la Vega granadina, alcoholes de boca motrileños y aguardientes finos de Rute -los que cita Valle Inclán en Luces de Bohemia- escogidas y aromáticas hierbas de la Vega y Sierra Nevada, agua de sus veneros y algunas especias. Y tiempo. Y mimo. Y recuerdos. Nos salió deliciosa, para la Navidad...

No, sin duda alguna es muy precipitado por parte de Torra poner ya una botella de ratafía encima de la mesa. Que se sepa -repito, que se sepa- no hay ningún trato cerrado, ni siquiera por cerrar y mucho menos algo que celebrar, tal y como están -o como han puesto- las cosas entre Cataluña y el resto de España. Así lo veo yo, modestamente, que soy español, andaluz y granadino y, puestos, no tengo menos apellidos catalanes que el señor Torra pueda tener. Lo que de verdad es necesario para todos es hacer más España. ¿O no?

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