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Cuando aparezca esta columna, quedarán cuatro días para que se presente La turbulenta vida de Sandra Almodóvar en el Ruiz Picasso de Torremolinos. El día 27 de mayo hará dos años de su fallecimiento y podría decirse que es el preludio del Pride. Toda la vida de esta artista ha sido una sucesión de éxitos, tamizados de malos tratos, vejaciones y humillaciones que sufrió a lo largo de su vida, tanto en el seno familiar como por parte de las parejas con las que se iba topando. Ello sin contar la tremenda afrenta que sufrió al ser encarcelada, simplemente por existir. La transfobia es un estigma que estas personas portan desde el momento en que empiezan a respirar. No son aceptadas, ni respetadas. Son despreciadas y apaleadas en la mayoría de los casos. Casi todas han tenido que huir del lugar donde eran oprimidas para poder vivir libremente. Debemos preguntarnos si les compensa tanto sufrimiento. La respuesta está clara y ello merecería todos nuestros respetos y admiración. Al ser rechazadas en determinados trabajos, les queda la opción del espectáculo u otros que ponen a prueba nuestra dignidad como seres humanos. Cuando aún era un crío, la pobre Sandra empezó a sufrir el dolor del desprecio y los golpes. Hubo de huir de su Melilla natal y embarcarse rumbo a Málaga, donde fue acogida por la incipiente comunidad homosexual de Torremolinos y Madrid. Hasta 1979 no se legalizó. Sandra fue testigo de los cambios más importantes de nuestra historia reciente y de la transfobia más despiadada.
Ese día no iré a hablar de mi libro sino de nuestro libro, ya que en él aparece un fresco irrepetible de la sociedad torremolinense de ayer y de hoy. Muchos de los que se codearon y conocieron a Sandra participan como personajes en esta historia coral, tan sobrecogedora como divertida y aterradora. Son personas anónimas que han cedido su testimonio para ensalzar a esta gran artista y excelente persona.
Si me embarqué en esta aventura fue porque acepté con agrado la propuesta de Sandra y porque considero que es un documento social valiosísimo: un reflejo de nuestra intrahistoria, tan adorable como despreciable en muchos casos. Quien tenga la oportunidad de acudir al evento, contaré los quebraderos de cabeza que me he llevado en su elaboración. La vida de Sandra Almodóvar es tan grandiosa y desgarradora como la de los insignes personajes literarios de todos los tiempos. Su final fue muy doloroso. Su nuevo DNI, donde se le reconocía su nombre de mujer, llegó justo después de morir, por lo que su triste muerte no se ha podido juzgar como violencia de género: un final de tragedia griega.
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