La ciudad y los días
Carlos Colón
Yo vi nacer a B. B.
El periplo del texto de la biografía de Sandra se está convirtiendo en toda una odisea literaria, especialmente por las adversidades que se han ido presentando, revestidas algunas por ese hábito gris oscuro con el que tan solo la indiferencia o el desdén pueden cubrirse, incluso la amenaza gratuita. Cuando la idea empezó a gestarse, antes de que pulsara la primera tecla del título La turbulenta vida de Sandra Almodóvar, la predisposición de los agentes externos resultaba deliciosamente abrumadora, incluyendo Ayuntamiento y Diputación. El próximo 27 de mayo hará dos años. Dos exiguos años que se han transformado prácticamente en olvido.
Tras aquellas discusiones con la rottweiller de El Anhelo S.A., donde me sentí tan incomprendido como amenazado, donde mi voz se ahogaba ante tanto despropósito, arrogancia e ignorancia por no llegar a comprender lo más mínimo la clara diferencia que existe entre novela y biografía novelada o novela biográfica. Como si aquello de nombrar que Sandra fue recogida en una limusina o que Pedro Calatrava la llamó una mañana fuese la más grande de las calumnias acometidas por la raza humana. Obviando los diferentes artículos que le dediqué al manchego, casi panegíricos, demostrando mi admiración, casi veneración, por su cine. Por cierto, Julianne Moore en La habitación de al lado, lo expresa perfectamente al manifestar que va a realizar una novela biográfica sobre un pintor holandés. Bendita casualidad.
A continuación, me puse en contacto con la activista trans C.A. y su hermetismo fue casi indignante, mejor dicho, su indiferencia. No sé de qué sirve darse tantos golpes de pecho. Solo le solicitaba una dirección de correo o algún hipotético exordio. El silencio fue su respuesta. Por cierto, muchas felicidades por su obra “La mujer volcán”. Dos afamadas editoriales ligadas al colectivo y a una magnífica librería de Madrid parecían interesadas. Sin embargo, todo se fue desinflando misteriosamente hasta transformarse en un amargo ninguneo. Creo que Sandra Almodóvar no se merece el maltrato de la indiferencia. Ya la maltrataron y la patearon bastante en vida, desde que era una niña vestida de niño. Lo mejor ha sido el cariño y la dedicación de todos aquellos que han empleado parte de su tiempo en relatarme sus vivencias y anécdotas; especialmente mi gratitud va dirigida a Miguel del PQP, sin su aportación el proyecto hubiera sido una quimera.
Aún no ha aparecido realmente la luz al final del túnel. Si algún medio de comunicación está receptivo, ya saben cómo localizarme. No me voy a callar nada.
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