El viático

PIENSO que gran parte de los lectores de este Cuentagotas no recuerda o no sabe que es un viático. En los 40 y algo de los 50, era raro el día que al atardecer, anunciado por una campanilla y acompañado por un farol de vela, no viéramos a un cura que, en los pliegues de su capa, entre sus brazos, arropara un pequeño copón que contenía el sacramento de la eucaristía que sería administrado a domicilio a algún feligrés en peligro de muerte. Era una escena trágica, negra, conmovedora. La gente en la calle reaccionaba de diferente manera. Algunos se arrodillaban ante el pequeño cortejo, otros se santiguaban a su paso, la mayoría se detenía en señal de respeto... Eran otros usos. De todas formas esas presencias, esos ritos, esos hábitos, calaron hondo en el sentir andaluz, en su "sentimiento trágico de la vida". Por supuesto, también el cante flamenco hace referencia del viático en una tremenda letra por seguidillas recogida por Demófilo, padre de los Machados, que dice: "Jincarse de roíyas / que ya viene Dios; / ba a recibislo la mare de mi arma, / de mi corazón".