Ángel Valencia
Un presidente navideño
Comienza la temporada álgida de vacaciones. En unos días he visto, desde mi ventana, como en las playas de El Palo malagueño se reproducen las setas de múltiples colores que proporcionan una bendita sombra a esos cuerpos bronceados por el sol. En el paseo marítimo, dedicado a la Generación del 27, sobre un cartel cerámico, reza un poema de Altolaguirre: “Las barcas de dos en dos, como sandalias del viento puestas a secar al sol”. Nuestros felices bañistas, son como las sandalias que se van secando y tostando como sardinas en el espeto.
Pero ese cuadro alegre se me agria cuando veo en cada mujer, felizmente tostadita, la potencial víctima de un abyecto crimen machista, o de género, o de violencia vicaria, o como quiera que le llamemos, y la advertencia desde los poderes públicos de que el verano propicia esta violencia. Me viene a la mente que los asesinatos de género, también conocidos como feminicidios, representan una de las manifestaciones más extremas de violencia machista que afecta a mujeres y niñas en toda España. Estos crímenes son resultado de una cultura patriarcal que sigue normalizando la desigualdad de género, la discriminación y la violencia contra las mujeres. Pero ¿Qué hacemos en nuestra sociedad para combatir tan abyectos crímenes? ¿Qué medidas tomamos para erradicar de nuestra sociedad la violencia machista?
Los feminicidios no ocurren en el vacío, sino que son la culminación de un proceso de violencia estructural, donde se combinan factores como el machismo arraigado, la impunidad, y la desprotección legal y social hacia las víctimas. La cultura patriarcal sigue prevaleciendo en nuestra sociedad, donde se acepta, como si fuese un mandato del destino, que las mujeres vivan con miedo y no se atrevan a poner las denuncias de violencia. En muchos casos, el feminicidio está precedido por agresiones físicas, psicológicas, económicas y sexuales, que las víctimas no pueden denunciar o a las que no se les da la suficiente atención por parte de las autoridades. Es necesario y urgente tener protocolos eficaces de prevención y respuesta ante la violencia de género. Para erradicar esta lacra, es fundamental implementar respuestas penales proporcionadas al daño causado y, sobre todo, implantar la educación desde la infancia, promoviendo valores de respeto, igualdad y antiviolencia, no solo entre mujeres y hombres, sino en todos los géneros. Todos, toda la sociedad tiene que implicarse para evitar que el verano no sea un rosario de crímenes abyectos como los sufridos en estas últimas semanas ¡Basta ya!
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