Eliseo Monsalvete Mazo

Perdemos la mayoría de los españoles

La tribuna

La inacción y la falta de alternativas de los partidos mayoritarios aumentarán la brecha del empleo entre las comunidades ricas del norte y el resto de los españoles

Perdemos la mayoría de los españoles
Perdemos la mayoría de los españoles / Rosell

02 de noviembre 2023 - 00:00

Hace dos semanas leía un artículo de un analista político que planteaba la siguiente pregunta: ¿Quién sale beneficiado del posible acuerdo entre grupos políticos antagónicos para la investidura y el Gobierno de España? No sé quién ganará, tal vez muchos demagogos identitarios, pero estoy seguro de que perderemos los demócratas, la mayoría de los que creemos en este país, en sus leyes, en sus instituciones, en su diversidad territorial; aquellos que valoramos el mayor periodo de estabilidad social, económica y de respeto al discrepante de nuestra reciente historia, y que apostamos por un acuerdo para un mayor avance en la Sanidad, la Educación, la Justicia, la Ciencia, etc.

Nos veremos defraudados los que estamos orgullosos de haber participado en nuestros logros como democracia consolidada y sostenida, que pensamos más en personas excelentes y destacadas que en símbolos de altanería, que defendemos la sensatez, la racionalidad, la igualdad y la solidaridad como medios fundamentales para una convivencia cívica. Aquellos que estimamos al que argumenta con datos y con valores democráticos en contra de las falacias (como hizo Josep Borrell con Junqueras) o como hizo Fernando Savater en contra de los que querían asesinarlo porque representaba los valores cívicos de una democracia; o como actuó Joan Coscubiela defendiendo las reglas de la democracia que se habían dado la mayoría de los catalanes y denunciando las actuaciones antidemocráticas que estaba generando el gobierno del procés en el Parlament Catalán (falta de libertad de expresión para la oposición, formación de un Poder Judicial afín al gobierno y transgresión del reglamento parlamentario), o como otros profesores de la universidad de Barcelona que forman parte de la sociedad civil catalana y que siguen defendiendo con su trabajo y su fortaleza moral nuestra democracia contra el fanatismo de unos supremacistas.

Y también saldremos perdiendo la mayoría de los españoles que en muchas ocasiones nos sentimos ciudadanos de segunda categoría ante los embustes de los nacionalistas; y que paradójicamente vemos cómo aquellos grupos que menos creen y menos defienden el país, y que son minoritarios en su territorio, son los que tienen mayor protagonismo y marcan la iniciativa política.

La inacción y falta de alternativas de los partidos mayoritarios aumentará la brecha del empleo entre las comunidades ricas del norte incluida Madrid y el resto de los españoles, los que vivimos en algunos de los territorios que llegan a tener 3 veces más nivel de desempleo que las zonas más desarrolladas; pero esto no parece importarle a la coalición cogida con alfileres ni tampoco a la oposición, ya que ninguna de estas formaciones propone una manera más democrática y justa en la organización territorial del Estado, olvidándose de su responsabilidad compartida.

En esta carrera insolidaria cada vez exige más una élite de privilegiados y no hay respuesta adecuada por parte del Estado (en este caso representado por el Partido Socialista, que en sus principios lleva la defensa de la igualdad de todos los ciudadanos) que no se manifiesta ante la continua farsa de declaraciones que estoicamente sufrimos aquellos que pertenecemos al grupo de los secundarios. Pero sabemos por experiencia que estas exigencias infundadas forman parte de una estrategia que al final se traduce en prebendas y en algunos casos en impunidad para los más desleales mientras que la mayoría vemos como se reduce nuestra influencia y participación en el devenir del país.

En el País Vasco, donde el Estado continúa con una presencia testimonial, se mantiene un anacronismo (el Cupo vasco), que contribuye a aumentar la brecha entre españoles y que ningún representante cuestiona; pero no contento con esta situación de desigualdad se une una nueva petición para otra relación con el Estado (será para sacar más beneficio todavía). Y en Cataluña, argumenta el Partido Socialista que el diálogo ha reducido el número de personas que apoyan la independencia, lo que puede ser verdad en parte; pero en el momento en el que está más débil el independentismo, la fortaleza argumentaria de los principios democráticos, la acción de las instituciones estatales y la respuesta ciudadana del resto del territorio a los privilegios concedidos pienso que pueden ser medidas de mayor efectividad. No creo que se resuelva una insolidaridad y deslealtad institucional con unos socios mediante la aceptación de todas sus peticiones, que progresivamente son más exigentes, y cuyo objetivo es vaciar de contenido al Estado. Sin contrapartida ninguna, sin rectificación, sin la mínima lealtad institucional de esos aliados en su contribución para el avance del país, es difícil que los demócratas comprendamos que hay que otorgarles todavía más concesiones.

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