La refundación de Ciudadanos
Andan los dirigentes de Ciudadanos (Cs) inmersos en un proceso de refundación por ver si logran evitar la probable extinción de Cs, como antes desaparecieron los demás partidos similares. Una posible conclusión es que no es viable ningún partido que pretenda ubicarse entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP). Si tal fuese el caso, nada podrían hacer los voluntariosos miembros de Cs, pero también es posible que su decadencia se deba a un error en el diagnóstico del mapa político español.
El mayor éxito de Cs, que se dio en las elecciones autonómicas catalanas posteriores a la sedición de 2017, se debió a que se presentó como una formación inequívocamente españolista con una rama socialdemócrata y otra liberal. Esa dualidad le permitió obtener suficientes escaños en otras elecciones posteriores para entrar, junto con el PP, en los gobiernos de cuatro comunidades autónomas. Una de ellas era Andalucía, donde antes había pactado con el PSOE de Susana Díaz. El punto fuerte de Cs era, pues, su españolismo. Y, acertadamente, ese componente figura en el decálogo de propuestas que han elaborado para guiar su refundación. Proponen modificar la Constitución para que, eliminando la dualidad entre nacionalidades y regiones, solo hable de comunidades autónomas. Además, quieren suprimir el fuero vasco y asegurar la enseñanza en español en todas las zonas de España. Esas ofertas atraerán a muchos electores favorables a los puntos constitucionales que aluden a la unidad indisoluble de la nación española y la soberanía única del pueblo español. En contra de lo que suele creerse, esas propuestas no son incompatibles con un modelo federal; al contrario, la federalización se basa en la igualdad de derechos de todos los territorios y en la clara delimitación de las competencias de las autonomías y las de la nación. Por otra parte, introducir la confusión, vía el término "nacionalidades", entre las borrosas naciones culturales, sin soberanía, y las naciones políticas, definidas por su soberanía sobre la totalidad de su territorio, solo podía desembocar, como está sucediendo, en una crisis de gobernabilidad. En resumen, Cs solo tiene futuro si mantiene su coherente programa españolista.
Siendo necesario, no es suficiente. Cuando Cs se define como liberal ya empieza a pisar un terreno más resbaladizo. Desde luego, lo es en lo referente a las costumbres, pues apoya la libertad de expresión, la de pensamiento y la libertad sexual, entre otras. Ahora bien, eso no implica que también sea un partido liberal en lo económico. En su decálogo aparece varias veces la palabra "gratis" para referirse a actividades a subvencionar con cargo a impuestos. Cualquier liberal sabe que, en una economía de mercado con un fuerte componente socialista, como la española, hay cosas baratas, caras, muy caras y gratuitas. Lo llamado "gratuito" suele ser lo más caro, pues no solo hay que pagar el servicio sino también a una legión de observatorios, asesores, administradores, etc. Y, además, lo pagan todos, no solo los que lo usan. En resumen, sería más exacto que Cs se definiese como un partido socioliberal o, si lo prefiere, liberal progresista. A liberales puros siempre les ganará Ayuso.
Los dirigentes de Cs han acertado básicamente al idear un programa españolista sin eliminar las autonomías (a diferencia de Vox), y liberal con un componente progresista, pero han cometido un grave error al creer que, en España, sigue vigente el bipartidismo de la época anterior a Zapatero. No hay tal. Una cosa es que no se pueda formar ningún gobierno nacional en el que no entre el PSOE o el PP, y otra muy distinta es que el actual PSOE y el PP sean partidos simétricos, diferenciándose principalmente en sus proyectos económicos. Esa era la situación en los tiempos de Suárez, González y Aznar, pero creer que eso sigue siendo así es un anacronismo. Iniciado ya por Zapatero, cuando Sánchez ganó las elecciones primarias en el PSOE ese partido viró a un proyecto estratégico consistente en pactar con Unidas Podemos y con todos los partidos separatistas, como Bildu, IRC, Compromiso, etc. Como declaró Pablo Iglesias, "el objetivo es que la derecha no vuelva a gobernar en España". Por el contrario, no es concebible que el PP pacte con ninguno de esos partidos (excepto, quizás, con el PNV). Es más, el PP apoyó a Patxi López para que gobernase en el País Vasco sin depender de los separatistas, pero a los pocos meses él prefirió volver a entenderse con el PNV y Bildu.
La única posibilidad de que la refundación de Cs tenga algún éxito pasa porque se percaten de que el bipartidismo simétrico ya no existe. Lo que hay ahora es una confrontación entre un bloque partidario de una España como nación de naciones (una contradicción) y una España como nación soberana, con o sin autonomías. Si el españolismo es la principal seña de Cs, comprender eso es esencial para su futuro.
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