Medioambiente

La amenaza del alga asiática en la Costa del Sol

  • Expertos de la Universidad de Málaga destacan el impacto de este alga invasora sobre la biodiversidad de la zona

  • Apareció por primera vez en Ceuta en 2015

Un manto de algas en la playa de Guadalmina, en San Pedro Alcántara.

Un manto de algas en la playa de Guadalmina, en San Pedro Alcántara.

Desde hace unos meses y en plena temporada turística una imagen se repite en diferentes puntos del litoral de Marbella y Estepona: un manto de algas recubre gran parte de las playas de la Costa del Sol a ojos de los bañistas mientras que en los puertos los barcos de artes menores y de arrastre permanecen amarrados porque sus redes apenas capturan peces sino kilos y kilos de esta especie de alga invasora procedente de Japón, Filipinas y China.

Se trata del alga Rugulopterix okamurae, una especie que está amenazando la biodiversidad marina de la zona aunque hasta el momento poco se sabe de ella. “El impacto es tremendo sobre la biodiversidad porque ocupa el espacio de otras algas y plantas autóctonas como la posidonia. Se fija a las piedras pero también a otras algas e incluso la hemos visto adherida a ruedas o cangrejos”, explica Félix López, catedrático de Ecología de la Universidad de Málaga y coordinador del Instituto Universitario de Biotecnología y Desarrollo Azul (IBYDA).

López es uno de los cerca de una decena de expertos procedentes de las provincias de Málaga, Cádiz y Sevilla miembros de la recién constituida Organización para la Ciencia, Educación y Sociedad Global que han formado un grupo de trabajo para estudiar la evolución de este alga originaria del Pacífico que apareció por primera vez en Ceuta en el año 2015. En solo cuatro años se ha propagado por toda la Bahía de Cádiz y en el último año ha hecho mella en las playas malagueñas de Marbella y Estepona y`parece que también empieza a extenderse por Huelva.

“En muy poco tiempo ha pasado a ocupar más de 100 kilómetros de costa y además a una velocidad que hasta ahora no se ha descrito en ninguna otra especie. Hemos pasado de no tener nada a miles de toneladas en tres años. Es una barbaridad”, comenta. “Donde antes había una diversidad altísima con hasta veinte tipos de algas diferentes ahora hay solo una o dos”, apunta. Asimismo, en cuanto a su propagación en aguas malagueñas, se espera que esta no sobrepase la barrera hidrográfica existente a la altura del Faro de Calaburras, en Mijas, aunque no parece suficiente para frenar su expansión.

En la misma línea se manifiesta Juan Jesús Martín, biólogo de Aula del Mar, quien afirma que “los efectos son devastadores porque desplazan a las especies nativas y como no tienen depredadores se prograga muy rápido y eso hace que afecte tanto a la flora como a la fauna marina que se alimenta de ellas”. Aunque por el momento no se tiene constancia de ninguna especie en peligro que esté siendo amenazada por la influencia del alga. A todo ello añade, además, las repercusiones negativas que tiene para el turismo debido a los arribazones que llegan de forma masiva a las playas, “que se acumulan en la orilla y producen mal olor”.

Pero, ¿qué hacemos con todas esas toneladas de algas que se acumulan en las costas? Eso mismo se pregunta el catedrático de Biología Marina de la Universidad de Sevilla, José Carlos García, quien asegura que ya hay en marcha diferentes investigaciones sobre la aplicación de esta biomasa en la agricultura, en la medicina o en la cosmética, entre otras. “Hay que darle salida a todo eso porque supone una pérdida de tiempo y dinero para los ayuntamientos que los limpian y al poco ya están otra vez igual”, comenta.

“Me ha sorprendido mucho como un alga que viene desde tan lejos se ha instalado en nuestra zona y despachado de una forma terrible a la flora y fauna nativa que tiene necesidad de estar fijada a sustratos duros. El impacto ambiental es de una naturaleza brutal”, agrega.

La titular del Departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la UMA y también presidenta de la Sociedad Española de Ficología (SEF), María Altamirano, fue la primera en identificar este alga que, de momento, no tiene depredador. “Este verano hemos asistido a una expansión rápida de la especie hacia el Mediterráneo y en pocos meses hemos sido testigos de su proliferación de forma masiva en las costas de Málaga”, señala, y coincide con López en la necesidad de poner en marcha estudios por parte de las administraciones “que nos den más pistas sobre con quien nos estamos enfrentando para poder controlarlo”.

“Una sola planta puede formar cientos de plantas pequeñitas que son capaces de colonizar otros ambientes”, asegura, y añade que “cuando una especie invasora se encuentra tan asentada como en la zona del Estrecho las erradicaciones no son efectivas y donde tenemos que centrar los esfuerzos es en frenar la expansión para impedir que llegue a otras zonas y ralentizar el impacto sobre la pesca”.

De ello da fe el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Marbella, Manuel Haro, que recuerda que desde hace más de dos meses permanecen amarrados 25 barcos de artes menores y dos de arrastre ante la imposibilidad de salir a faenar. Cada vez que los pescadores echan sus redes al mar estas se llenan de este alga de color pardo que no deja traspasar el agua ni capturar a los salmonetes, jibias, lenguados o besugos propios de la época.

Estos cifran en cerca de 400.000 euros las pérdidas durante los últimos meses y claman una solución antes del comienzo de la temporada de la pesca del pulpo a partir del 1 de octubre y que supone el 70 por ciento de los ingresos de los profesionales de la pesca. “Lo que se recoge en la playa es un porcentaje mínimo comparado con lo que hay en el mar. No podemos echar una red al agua desde hace meses y no sabemos qué va a pasar”, indica.

Mientras tanto, la Junta de Andalucía sigue a la espera de que el Gobierno Central la declare especie invasora “cuanto antes” con el fin de poder “trabajar conjuntamente” en la búsqueda de una solución a esta situación, tal y como señaló hace unos días la consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta, Carmen Crespo, durante un encuentro con el presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras (Faape), Pedro Maza. Una declaración que se espera que pueda llegar antes de final de año.

En Estepona, en las dos últimas semanas se ha registrado un importante descenso de algas en el litoral. Pese a ello, el Ayuntamiento continúa trabajando en la retirada de las algas que siguen apareciendo en las playas del municipio. Según indicaron, durante todo este verano se han recogido 3.500 toneladas de esta especie, que aparecen sobre todo con las mareas de levante. El Consistorio ha intensificado las labores de limpieza desde que se produjeron las primeras apariciones masivas, que se realizan durante la madrugada, aunque también se ha creado otro turno de refuerzo. La limpieza se realiza en todo el litoral, si bien se intensifica en la playa de La Rada, El Cristo, Arroyo Vaquero y El Padrón, al tratarse de las zonas con mayor afluencia de bañistas.

En Marbella, el Ayuntamiento retiró más de 750.000 kilos de algas del litoral solo en el mes de julio. Las más afectadas son las playas de San Pedro Alcántara si bien la presencia de esta especie invasora es mucho menor en las del centro de Marbella y Puerto Banús. Estos trabajos han supuesto un coste para las arcas municipales superior a los 35.000 euros, tanto por los medios materiales y técnicos como por el traslado de las algas a la planta de tratamiento de residuos de Casares, según dio a conocer recientemente el concejal de Limpieza, Diego López.

Se espera que el alga no llegue a la costa de Mijas

Los diferentes expertos consultados coinciden en que en la provincia de Málaga el alga asiática Rugulopterix okamurae, que poco a poco ha ido penetrando en el Mediterráneo, solo afectará a los municipios de Marbella y Estepona.

Esto se debe a la frontera hidrográfica existente a la altura de la zona del Faro de Calaburras, en el municipio de Mijas, donde termina la influencia Atlántica del Estrecho para las algas de agua fría, y que por lo general no viven en aguas del Mediterráneo.

Sin embargo, la fuerza con la que parece haber penetrado y la rapidez con la que se ha propagado en los últimos meses ponen en duda esta teoría. Y es que al igual que se pensaba que la zona de Gibraltar serviría de cortafuegos para el avance de esta especie, podría darse el caso de que esta llegara hasta las costas malagueñas, por lo que es importante seguir investigando para controlar su expansión a otras zonas.

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