Insa, el marinero de Iznate que ayuda a sus paisanos
Llegó a España en 2006 y, tras múltiples adversidades en su vida, ahora trabaja a bordo de un barco
El abuelo de Cútar que superó un cáncer, se volvió 'influencer' y adiestrador de caballos sin querer: "Le debo mi vida"

Iznate/En búsqueda de la felicidad recorrer miles de kilómetros es, en muchos casos, una necesidad. Y arriesgada. Al igual que muchas más personas, Insa Sené (1977) se embarcó el 15 de julio de 2006 para llegar, 11 días después, a España. Allí realizó varios trabajos, hasta que en 2010 obtuvo los permisos para residir legalmente en el país. Con el tiempo consiguió dinero, logró traer a su mujer y formar una familia. También ayudó a familiares y a otros paisanos a seguir sus pasos. Pero antes de conseguir sus metas, se vio obligado a superar grandes retos: sobrevivió a la Guerra Civil de Senegal, a un complicado viaje por la mar y a las dificultades que se le presentaron fuera de su pueblo. Así, ahora, su mayor preocupación es mantener su trabajo, es un pescador de arrastre, sector que ha sufrido medidas restrictivas por la Unión Europea.
Sené fue convencido de viajar a España para buscar una vida mejor, pero nunca le advirtieron de la dureza y del riesgo que conllevaría hacer ese viaje. "Pasaron siete días, en los que sentimos mucho frío, tuvimos mucha sed y hambre. Entre nosotros había hombres de 40 años, que sollozaban, sin una pizca de esperanza. También recuerdo a dos chiquillos, de unos 15 años, con pelos rizados y cortos, se situaron al lado de un hombre muy mayor que estaba muy pálido en calzoncillos azules. Se dieron cuenta de que no respiraba, estaba muerto. Nuestro alimento favorito, el arroz, se convirtió en el más odiado en tan solo una semana. Lo hervíamos con agua salada y le echábamos azúcar para poder comerlo. Casi sin agua dulce, sin GPS, sin rumbo y sin fe, así llegamos a España", narra su experiencia.
Sobre el largo recorrido, añade: "Nunca sabe el ser humano lo duro que es, el no ser conscientes del paso del tiempo y perder las ganas de vivir. Algunos también la cabeza, no querían ni hablar, dudaban de si era verdad o un sueño, los estómagos se removían pidiendo comida".Ninguno, asegura, estaba preparado para ese viaje: "Nos dijeron que iba a ser mucho más corto. Las primeras 72 horas fueron buenas. Nos metimos en una odisea, para algunos sin destino, muy contentos e ingenuos", añade.
Según su testimonio, había 116 personas en una patera de 21 metros, que pudo hundirse varias veces. Después de 11 días, ese llegaron a España con una víctima y varios inmigrantes "muy demacrados que tuvieron que ser ingresados de urgencia". Sené se entristece al recordar que un joven murió deshidratado justo al llegar: "Si hubiéramos llegado 30 minutos antes, ese chico se hubiera salvado", cree.
¿Qué lleva a un hombre a dejar a su familia atrás?
En un principio, Sené no se planteó irse de Senegal. Pero en cuanto creció, comprendió su vida. "Trabajaba año y medio para ganar 1.500 euros. Vinieron dos meses muy malos, en los que no teníamos casi ni para comer. Entonces, un joven de 28 años, que siempre había soñado con ser marinero, se buscó una excusa para aventurarse, así acabé decidiéndome", detalla Insa. Después, llamó a su primo Ahmed e hizo el viaje. Llegó, junto a más de 100 personas, a la isla La Gomera, aunque debían haber llegado a Tenerife, "sea donde fuese, era el cielo para nosotros", se sincera.
En España, nada más llegar, Salvamento Marítimo les proporcionó mantas y galletas. "Qué buenas estaban! Todavía recuerdo su sabor a chocolate", se ríe el marinero, mientras cuenta sus primeros minutos en el país.
Después visitó Fuerteventura, pasó unos días en Madrid hasta que se pudo ir con un primo a Fuengirola. "Allí recuerdo cuando, en mi primer día, le dije a mi primo que me comprara un CD de Bustamante. Después intenté yo venderlo. Fue bastante gracioso en mi primer día de ventas. Todos teníamos las cositas bien ordenadas y veo que salen disparados, yo no me enteraba de nada. Así, un policía alto con barba recortada y ojos azules se me acercó y me preguntó: ¿Tú por qué no corres? Ni supe responder", precisa Sené.
Tenía 28 años, hablaba el dialecto wólof y francés. "Los policías me hablaban y hablaban y yo asentía y miraba de manera fija, hasta que uno me gritó: ¡Lárgate!". Y eso hizo.
"Después de todo el sacrificio, quise volver a Senegal"
"¡Empecé fuerte! Varios días después me pasó algo similar. Otra vez me topé con dos agentes. Yo ya sabía que tenía que correr, pero lo odiaba. Curiosamente, eran dos policías muy simpáticos. Una mujer morena mediana con pelo recogido y un hombre. ¡Me compraron un CD de Paulina Rubio!", se ríe ahora.
Aunque se tomara a broma aquella situación, el marinero admite que le afectó a su conciencia, de tal manera que un día le dijo a un primo, Ibrahima, que no aguantaba más. "Yo odiaba aquello. Nunca me ha gustado hacer trabajo ilegal. Quería volver a Senegal. Después de ese día ya lo tuve claro", añade. Pero, hubo un detalle que le frenó: "Mi primo conocía un puerto, me dijo que seguro que conseguiría trabajo allí. Yo no le creía mucho, pero logró retenerme. Así fue. Me pasé dos días enteros mirando, ¡no sabía cómo pedir trabajo! Al tercer día conocí a Santiago, un español, mayor, con barba blanca, y a Ridac, un francés pequeñito", recuerda su comienzo como marinero en España.
Así, con el paso de los días, consiguió, "sin saber ni cómo", hacerse un hueco en otro barco, uno más grande, llamado Antonia. "Allí veo a un hombre pintar. Me pregunta si sé hacerlo y me pide que pinte. Hago caso. Unas horas después me da 10 euros, él ganaba 50 y yo le hacía su trabajo", explica. Curiosamente, el jefe del barco, Óscar, los pilló y, para sorpresa del protagonista, le dijo que "podía seguir haciéndolo, que volviese al día siguiente, que tenía trabajo".
Paralelamente a su "primer trabajo", Sené conoció a una mujer, a la que él llama mamá Consuelo. Ella tenía un locutorio y el joven, todos los días, iba allí para llamar a su familia. "Todo lo que ganaba lo gastaba ahí. Un día, sin dinero paso. La saludo. Ella ya sabía que no tenía nada y jamás se me olvidará lo que me dijo: pasa hijo, lo sé, siempre entras cuando tienes. Entonces, tecleó y le contestó a mi madre: "Mamá de Insa, cuidaré de tu grandullón como si fuese mi hijo", narra Sené. En ese momento, el marinero supo "que esta iba a ser mi madre española".
Así, "sin darme cuenta, casi sin querer", consiguió un trabajo y amistades en el país. Pero todo no sería tan fácil para él, aunque "era feliz", también volvieron "los demonios del pasado, aquellos que me atormentaban siempre que conseguía algo", se sincera el protagonista.
Sené vivió una infancia muy dura
El día que le volvieron "los demonios", casualmente fue, cuando pudo leer su primer periódico en España: "El recuerdo del hundimiento de Le Joola", así se titulaba la noticia.
El 26 de septiembre de 2002 ocurrió el segundo mayor desastre marítimo civil de la historia y el peor en el siglo XXI hasta el momento. Un total de 1.863 senegaleses perdieron la vida después de que el barco Le Joola se hundioe—el viento provocara la inclinación del barco—. Entre las víctimas se encontraban la prima de Sené y cinco hijos pequeños. De su pueblo, amigos y familiares indirectos, murieron 47 personas.
Hijo de un padre marinero. Su familia era pobre, pero podía subsistir. Él, junto a sus 13 hermanos, caminaba 12 kilómetros para ir a clase. También sufrió el conflicto de Casamanza, conocido como la guerra civil de Senegal. "La ciudad se quería independizar, y llegaban rebeldes asaltaban, destrozaban y asesinaban a sangre fría. Cada tres días nos visitaban. Éramos del norte y ellos del sur. Fue en Caps Skiring —en Casamance—. Nadaba y me llevaba a niñas pequeñas. Salvábamos como podíamos a las personas. Recuerdo especialmente un día, había 36 fallecidos en las calles" y —más crueldades que el protagonista prefiere no narrar—.
"Así era nuestra vida. Conozco a amigos que vivieron 100 veces peor que yo. Yo al menos podía comer. Otros pasaban días sin probar una pizca de pan", añade.
Legalización y trabajo en 'El nuevo Rafael'
Insa admite que su dura vida cambió a los 30 años, después de conseguir trabajos, reputación, amistades y obtener los permisos necesarios para residir legalmente en el país. Aunque por el camino, jugando al fútbol, se lesionó la rodilla y "casi me arruino mi nueva vida", pero pudo operarse.
Pasaron los años, hasta que llegó otro momento trágico en su vida: "En 2020 trabajaba en Caleta, Vélez-Málaga, y vivía en Iznate, un pequeño y acogedor pueblo cerca. El 8 de julio de ese año tuve que ir a hacer un reconocimiento médico, yo le dije a Dani, el jefe, que la anulara, que había mucho trabajo. Él me insistió y acudí a la cita", cuenta Sené. "Unas horas después se hundió el barco en el que trabajaba en la Isla de Alborán. El patrón me contó, mientras lloraba, el trágico accidente. Sentí la impotencia de él", añade.
Según le contó el dueño a Insa: "Fue al atardecer. No nos dio tiempo a nada. Se volcó el barco. Lo primero que hice fue empujar a mi hijo, Jaime, para que saliera por una ventana muy estrecha. Por ahí también salí yo. Emilio —tripulante de estatura media—, consiguió salvarse dos minutos más tarde, antes de hundirse el barco. Faltaba uno, Mohamed. No pudo salir. Desapareció. Durante unos segundos pude oír sus gritos: ¡Ay! ¡Ay! Más tarde intenté encontrarle, pero el silencio me derrotó. Mohamed, de 54 años, padre de 6 hijos desapareció", explica Dani, propietario de 'El nuevo Rafael'.
Estabilidad y rol del 'tito Insa'
Años después consiguió traer a su familia. Ahora es padre de tres pequeños —uno recién nacido en 2024—. Vive tranquilamente en Iznate, y presta su casa a paisanos. "Les doy alojamiento y comida hasta que encuentran otro trabajo", precisa.
Así, ahora está "preocupado" por un "nuevo problema", las nuevas medidas de la Unión Europea para la pesca de arrastre. Aunque "espera que se solucionen" y "se establezca definitivamente un acuerdo que beneficie a ambas partes", porque él, se considera un "enamorado de la mar" y no se imagina "trabajando en otra cosa".
También te puede interesar
Lo último