Provincia

Una nueva vida para los caballos

  • CYD Santa María es la única entidad que recupera équidos maltratados para la adopción

El único refugio para caballos maltratados y abandonados de Andalucía, el CYD Santa María, se encuentra en Alhaurín el Grande, en pleno Valle del Guadalhorce. Aquí, desde hace 16 años Concordia y su hermana Virginia Solera rehabilitan estos équidos a pesar de encontrarse desbordadas, ya que en el último lustro, por la crisis, han debido rescatar a varias decenas de caballos abandonados, llegando actualmente a concentrar a unos 70 equinos en el recinto, cuando tienen capacidad para 35. La mayoría de estos animales, tienen como fin ser adoptados por familias, pero otros, por su carácter o por necesitar cuidados constantes deberán permanecer en el albergue, pudiendo ser objeto de apadrinamiento por parte de ciudadanos.

Éste es el caso de Estrella, una yegua que llegó hace unos años al CYD Santa María, cuando aún era una potrilla, con una lesión importante un una pata, en la que tiene parte del hueso fuera. "Esto que le pasó a ella es bastante frecuente, pero en su caso el resultado es muy llamativo", explica Virginia, que aclara que el período de la doma del caballo dura varios años, pero que mucha gente, con poca experiencia con equinos, se los compra, y decide montarlos para un evento, como una feria o una romería, mucho antes de estar listos, algo que puede desembocar en una mala reacción del animal, como le sucedió a Estrella. "Y entonces lo que hacen algunos dueños para someterlos, que a mí me parece un acto brutal, es atarle una cuerda, una cadena o un alambre a una de las patas y tirarlos al suelo para que sientan pavor, porque los caballos, por instinto de supervivencia, casi nunca se tumban, es más, suelen dormir de pie, tumbados se sienten totalmente indefensos", prosigue, "pero si aún así el caballo no reacciona como la persona quiere, entonces lo vuelve a echar al suelo o tira más fuerte de la cadena o la cuerda, y ahí es donde se producen fenómenos como éste". Igualmente comenta que con Estrella valoraron la posibilidad de una operación, opción que desechó el veterinario porque el hueso estaba ya demasiado soldado y era imposible de volver a colocar y tratar. Así, esta lesión es visible y se puede observar cómo se le ha formado una cápsula alrededor del hueso, área que deben curar cada mañana y tarde para que no se le infecte, siendo éste uno de los casos por los que Virginia destaca la necesidad de que se les done material como gasas o yodo. "Mucha gente cuando ve la pata de Estrella dice '¿por qué no la sacrificáis?', porque últimamente la sociedad tiende a ocultar lo que no es bonito. Es verdad que tiene una herida superficial, pero su actitud es muy positiva, se relaciona perfectamente con los otros animales, si sale a la pista galopa, cojea, pero galopa, y está gorda, lo que quiere decir que come bien, en fin, tiene una vida perfectamente normal".

Pero uno de los casos más estremecedores es el de Lluvia, que escapó de la muerte en uno de los que Virginia llama "cementerios de caballos institucionalizados", lugares en donde los propietarios, para deshacerse de ellos, los dejan atados en corto, bien para que mueran de hambre, bien para que se ahoguen si los dejan al lado del lecho del río, esperando a que el caudal inunde esa zona con las precipitaciones, que fue el caso de Lluvia. "Le pusimos ese nombre porque la rescatamos un día que llovía, había otros dos caballos que murieron, y a ella la logramos rescatar a puntito de ahogarse. Posiblemente la pusieron allí porque tiene un pequeño defecto en las manos, algo que hubiera sido fácilmente curable si se hubieran tomado la molestia de llevarla a un veterinario y ponerle un herraje ortopédico, que vale 50 ó 100 euros, pero eso es lo que cuesta un potrillo", interpreta Virginia.

Otra de las historias muestra que los malos tratos producidos por el alcoholismo no sólo los sufren las personas, sino que también los animales se convierten en un blanco fácil, como le pasó a Lupita. "Es una yegua que nace en un una familia de un señor que, al parecer, es un maltratador alcohólico que le da palizas prácticamente desde que nace, hasta que a los dos años se produce una tan grave que la yegua, después de los golpes, intenta huir por todos lados. Acaba con la nariz rota, la pata destrozada, casi colgando, y pierde un ojo", relata. Y cuenta que tras estos hechos fueron los vecinos los que avisaron a un veterinario, quien llamó al albergue para que se hicieran cargo del animal ante la gravedad de su estado. Aquí, la cuidadora cuenta que han "conseguido sacarla adelante físicamente", pero que todavía tiene alguna consecuencia psicológica: "Ella ya no es tan agresiva, pero al principio sí lo era, para hacerle las curas pegaba unos patadones increíbles, y aunque ahora las personas del refugio sí podemos acercarnos y se lleva muy bien con los otros caballos, al resto... Considera que los humanos somos una especie non grata, no de fiar, porque desde que nació sólo recibió maldad de las personas". Pero asimismo comenta que esta actitud es una excepción, ya que normalmente los caballos, aunque lo hayan pasado muy mal, enseguida vuelven a relacionarse otra vez de forma amistosa con los humanos. De hecho, afirma Virginia, que este carácter noble de los équidos es una de las razones por las que son tan maltratados, ya que aunque pesan unos 300 kilos, no suelen rebelarse contra sus agresores cuando sufren maltrato.

El de Fidel es un caso particular, ya que no fue realmente maltratado ni sufrió de inanición hasta poco tiempo antes de llegar al refugio. Así, este equino de 30 años se ha dedicado toda su vida a tirar de un coche turístico de tracción animal, desde que era un potrillo, de ahí que tenga las patas arqueadas, ya que "normalmente los cocheros tienen dos caballos para repartir el trabajo, pero el otro murió, por lo que a Fidel le tocó hacer el doble de trabajo", aclara, antes de contar que cuando Fidel tenía 25 años, su dueño decidió enviarlo al matadero porque ya no le servía, de hecho, "incluso ya dejó de darle de comer y todo, pero un hombre que trae la viruta para los establos de los caballos, nos dijo 'sé que no acogéis a caballos con dueño, pero por favor, haced una excepción, que a éste lo conozco desde que era pequeño', y así lleva aquí ya cinco años". Y relata que al llegar Fidel, éste se dio cuenta de que en el albergue le ponían comida en cubos negros y, "a veces, cuando veía un cubo vacío lo cogía con la cabeza y se lo arrojaba a alguno de los voluntarios diciendo, 'eh, que quiero que me traigáis comida', alguna vez lo tiraba fuerte". Igualmente señala que un caballo con 30 años ya es mayor, de hecho, llegarían a la tercera edad a los 25 años.

Otro tipo de sufrimiento para los équidos es la experimentación animal. Éste es el caso de Amparito, una yegua con la que han ensayado numerosos estudiantes de veterinaria, y que ha desarrollado un bulto al lado de la cola, que podría ser un tumor. "Es un tipo de maltrato horroroso, porque ellos se levantan cada mañana y hay más de 100 estudiantes que le tienen que poner una inyección para aprender cómo se hace, imagínate eso durante todos los días de tu vida", dice preocupada la responsable del albergue, y señala a Castañito, el vecino de establo de Amparito, que ha pasado por la misma situación que la yegua.

Otro ejemplo de superación, en este caso generacional, es el de las potrillas Sheresade y Valeria, que nacieron hace un año en el albergue, "que son lo más tierno que te puedes imaginar, vienen siempre a saludarnos, ya que ellas el mundo que han visto es positivo, y los humanos somos buenos, pero el caso de sus madres es totalmente el contrario, son yeguas de difícil manejo, el otro día Luciano, el encargado, tuvo que cogerlas para que el veterinario las tratara, pero salieron corriendo y le quemaron la mano", cuenta mientras relata cómo éstas, llegaron preñadas al albergue cuando las recogieron, después de sufrir bastantes golpes, quedándose prácticamente ciegas. Aquí, resalta que la pérdida de visión, sobre todo parcial, es algo muy común, causado, principalmente, por varazos en los ojos, "de hecho, todas estas mosquiteras que tienen muchos animales en la cabeza es para evitar que se les infecte con insectos, ya que al tener poca visión podrían perderla totalmente", aclara.

Por último, en cuanto a las situaciones de abandono e inanición, las más comunes en los últimos años, debido a la crisis económica, Virginia pone de ejemplo, el caso de una treintena de caballos que recogieron hace algo más de un año en Río Real, Marbella, en situación de desnutrición, y que hoy en día, muchos de ellos, pasean tranquilos en el refugio. "Éstos estaban en una montaña, parcialmente cercada, al lado de urbanizaciones, pero eran vallas frágiles con huecos por todas partes, por lo que nosotros comenzamos a temernos, a parte de que empezaran a fallecer algunos, pues que un día, por una tormenta o para buscar comida y agua, la manada se uniera, rompiera definitivamente las vallas y se fueran en medio de la autovía, por lo que decidimos rescatarlos", destaca. Y, en este asunto, quiere precisar que la actual ley de protección animal establece que los ayuntamientos son los responsables de los animales abandonados en su municipio, "pero estas instituciones miran para otro lado, a veces parece que esperan a que pase algo mayor", ya que se lamenta de que el Ayuntamiento de Marbella no hizo nada a pesar de las denuncias y los informes del Seprona, comportamiento que extiende a la gran mayoría de los consistorios de la provincia.

Por otro lado, la responsable del CYD Santa María, también quiere destacar varios de sus problemas. El más importante es la falta de financiación, por lo que piden a la ciudadanía que se ponga en contacto con ellos y les envíen alfalfa, heno, pienso y demás comida para animales. Pero igualmente resalta la falta de adopciones de los últimos años, motivada, según Virginia, por la crisis, pero también porque ellos han aumentado los requisitos para poder realizarlas, ya que han tenido malas experiencias con algunas familias, que han tenido que devolver los animales al albergue porque estaban en malas condiciones. Además, señala que debido al daño causado, estos animales no pueden ser montados ni domados, sino que deben vivir como unas mascotas más en una familia con infraestructuras adecuadas.

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