Provincia

Entre pinceles y notas musicales

  • Pintores, artesanos y músicos ofrecen un atractivo diferente a los bellos paisajes y monumentos que caracterizan a la ciudad del Tajo

Los turistas que llegan a Ronda buscan conocer su belleza monumental y disfrutar de los paisajes que brinda el Tajo, el Puente Nuevo o la bicentenaria plaza de toros. Son monumentos sobradamente conocidos y con un gran tirón entre los visitantes. Eso sí, a los paseantes les espera una sorpresa entre callejuelas y plazas que en pocas de las guías que suelen portar aparece, la Ronda bohemia que toma fuerza poco a poco. Artesanos de la madera, pintores o músicas dan a la ciudad del Tajo un ambiente que cada vez se parece más al que se pueden encontrar en las grandes ciudades turísticas.

El sonido del arpa se mezcla con el suave tintineo de las herramientas que dan forma a la madera en el paseo de Blas Infante. Allí un artesano rondeño utiliza la madera local para dar forma al Tajo, crear pequeños duendecillos o recubrir bolígrafos y plumas de diferentes tipos, ofreciendo así una evolución a lo más tradicional. No muy lejos, las espátulas manchadas por la pintura y dirigidas por las manos de Gabriela y Carlos dan forma a bellos paisajes y a una infinidad de flores.

Ellos llevan muchos años dedicados a pintar en la calle y ofrecen sus creaciones a los turistas. En Ronda aseguran que encontraron tranquilidad, bellos paisajes y muchos turistas.

No son los únicos rincones en los que se puede disfrutar de esa otra Ronda. No muy lejos de los jardines de Blas Infante, junto a las cornisas del Tajo, se suelen mezclar el sonido de la guitarra española y el violín, mientras otro artesano de la madera muestra un sinfín de creaciones de sillas en miniatura realizadas con ese material que ha recogido del campo y que Julio Sanz convierte en obras de arte en su taller totalmente artesanal.

Precisamente, entre los callejones que discurren desde el Arco de Felipe V y el minarete de San Sebastián se encuentra su taller, una joya de la artesanía tradicional. Allí, entre trozos de madera que esperan su conversión, por ejemplo en sillas o fotografías del 'Ché', una cuchilla y una vieja alpargata son sus herramientas de trabajo. "Aquí no hay nada de máquinas, y un palo viene doblado del campo hay que buscar la forma de adaptarlo sin enderezarlo, lo otro no tiene gracia", explica Julio.

Tampoco faltan los sones de diferentes músicos que van a apareciendo en distintas plazuelas del casco histórico, y eso que en un principio algunas de estas actividades no eran del todo bien recibidas. Ahora, pasado el tiempo, han conseguido ser parte de la oferta turística de la ciudad, siendo muchos los visitantes que ayudan con pequeñas donaciones a estos artistas a ganarse la vida o comprando algunos de los productos que tienen expuestos a la venta.

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